A mí no me parece tan absurda su versión. El capitalismo sin el Estado para socializar pérdidas se hunde solito.Si Carson dice que la causa del capitalismo es la intervencion del Estado en el mercado es un absurdo total.
el ensayo completo aquí: http://c4ss.org/content/27641El Puño de Hierro Tras la Mano Invisible
El Capitalismo Corporativo como Sistema de Privilegio Garantizado por el Estado
Comúnmente, se reconoce que el feudalismo se fundó sobre la base del robo y la usurpación; una clase dominante se estableció por la fuerza, y luego obligó a los campesinos a trabajar en beneficio de los señores. Pero ningún sistema de explotación, incluido el capitalismo, jamás ha sido creado por la acción del libre mercado. El capitalismo se basa en un acto de robo tan masivo como el que sirvió de sustento al feudalismo. Se ha sostenido hasta el presente gracias a la continua intervención del estado para proteger su sistema de privilegios, intervención sin la cual su supervivencia es inimaginable.
La estructura actual de la propiedad del capital y la organización de la producción en nuestra llamada economía “de mercado”, refleja la intervención coercitiva del estado de manera previa y exógena al mercado. Desde el comienzo de la revolución industrial, lo que nostálgicamente se conoce como “laissez-faire” fue en realidad un sistema de continua intervención del Estado para subsidiar la acumulación, garantizar privilegios y disciplinar a los trabajadores.
Los libertarios de derecha asumen que la mayor parte de dicha intervención es parte de un sistema “de mercado”. Exceptuando a unos cuantos intelectualmente honestos como Rothbard y Hess, que estaban dispuestos a examinar el papel de la coerción en la creación del capitalismo, la escuela de Chicago y los seguidores de Ayn Rand aceptan las relaciones de propiedad existentes y el poder de clase como hechos dados. Su ideal de “libre mercado” no es más que el sistema actual menos el aparato regulador y de bienestar del estado progresista–es decir, el capitalismo de varones ladrones del siglo XIX.
Pero los mercados genuinos tienen un valor para la izquierda libertaria y no debemos ceder el significado del término a nuestros enemigos. De hecho, el capitalismo –un sistema de poder en el que la propiedad y el control de la producción están divorciados de la mano de obra– no podría sobrevivir en un mercado libre. Como anarquista mutualista, creo que la expropiación de la plusvalía –es decir, el capitalismo– no puede ocurrir sin la coerción ejercida por el Estado para mantener el privilegio del usurero, del propietario y del capitalista. Fue por esta razón que el anarquista de libre mercado Benjamin Tucker –citado selectivamente por los libertarios de derecha– se consideraba un socialista libertario.
Queda más allá de mi capacidad o propósito en este ensayo el describir un mundo en el que un genuino sistema de mercado hubiese podido desarrollarse sin la intervención del Estado. Un mundo en el que los campesinos se hubiesen aferrado a su tierra y la propiedad estuviese ampliamente distribuida, en el que el capital estuviese libremente disponible para los trabajadores a través de bancos mutuales, en el que se pudiese acceder a la tecnología productiva sin el obstáculo de las patentes, y en el que cada pueblo fuese libre de desarrollarse localmente sin el saqueo colonial, está más allá de nuestra imaginación. Pero habría sido un mundo de producción descentralizada y a pequeña escala para uso local, en el que la propiedad y el control del proceso productivo estarían en manos de los que hacen el trabajo–tan distinto de nuestro mundo como el día de la noche, o la libertad de la esclavitud.
El subsidio de la historia
En consecuencia, el mayor subsidio del que disfrutó el capitalismo corporativo moderno es el de la historia, a través del cual el capital se concentró inicialmente en unas cuantas manos, y el trabajo fue privado de acceso a los medios de producción y obligado a venderse en las condiciones dictadas por el comprador. El sistema actual de propiedad concentrada del capital y organización corporativa de gran escala, es el beneficiario directo de esa estructura original de poder y propiedad que se ha perpetuado durante los siglos.
Para posibilitar el nacimiento del capitalismo tal como lo conocemos, fue esencial, primero que nada, separar al trabajo de la propiedad. Los marxistas y otros economistas radicales comúnmente se refieren al proceso como la “acumulación originaria”. “Lo que exigía el sistema capitalista era… una condición servil de las masas populares, la transformación de las mismas en alquilones y la conversión de sus medios de trabajo en capital”. Eso significaba la expropiación de la tierra, “a la que el [campesinado] tiene los mismos derechos feudales que el Señor mismo”. [Marx, "Capítulo 24: Expropiación de la Población Rural, a la que se despoja de la tierra", El Capital, Tomo I]
Para comprender la enormidad del proceso, debemos entender que los derechos de la nobleza sobre la tierra en la economía señorial eran una ficción legal feudal que se derivaba de la conquista. Los campesinos que cultivaban la tierra de Inglaterra en 1650 eran descendientes de aquellos que la habían ocupado desde tiempos inmemoriales. Era su propiedad en el total sentido de la palabra y bajo cualquier estándar moral que se considere. Los ejércitos de Guillermo el Conquistador, ejerciendo ningún otro derecho que el de la fuerza, habían obligado a estos campesinos propietarios a pagar alquiler en su propia tierra.
Carson condena bastante el "propietarismo absentista", con lo cual yo entiendo que la propiedad privada que entiende como justo es aquella que no necesita de un Estado para defenderse, es decir, muy limitada. Me fascina que se tilde de pseudo-ancap a los mutualistas modernos, cuando escriben cosas como éstas.
Lo de rechazarlo porque se haya leido a Hayek y haya readaptado todo lo válido de su pensamiento es como de opusino que se lleva a las manos a la cabeza cuando ve a uno de sus 125 hijos leyendo uno de los "libros prohibidos". ¡Satán te tienta, estás contaminado por el pecado!