La "Glorificación" de la "Cultura"

La lucha dentro de la enseñanza oficial, Escuelas libres, aprender sin escuelas, Pedagogía Libertaria.
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Fotallesa
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La "Glorificación" de la "Cultura"

Mensaje por Fotallesa » 10 Dic 2013, 00:57

Buenas noches.

Hace un tiempo que tengo un tema en mente pero no sé bien como expresarlo...

Creo que desde los ambientes libertarios (y los movimientos sociales en general) llevamos adelante un discurso muy "culturalista", en el sentido de que ensalzamos la academia, el conocimiento escolar, la sabiduría, todas esas cosas. El foro está lleno de debates históricos profundos, discusiones filosóficas complejas y teorización politica espesa. Y todo este asunto me plantea dos cuestiones:

A) Que damos al mundo exterior una imagen de intelectuales, de poseedores de una serie de conocimientos sin los cuales no puedes participar, como mucho puedes acercarte "a aprender" (veáse el típico mensaje del novato del foro: "Hola, he visto/leído/oído cosas de anarquismo, patatín patatán, quiero informarme y aprender"). Que para ser combativo y rebelde hay que acumular una sabiduría especial, cosa que acaba jugando en nuestra contra.

Muchas veces, demasiadas, he escuchado de mis amigos menos politizados frases como "Por qué voy a ir yo a esa mani/concentración/asamblea/charla, si yo de eso no entiendo" o "claro, es que tu sabes de esas cosas, pero yo no..." para justificar su inacción. Vaya, una excusa como cualquier otra pero que me da que pensar. Incluso un amigo de éstos me llego a decir "me gusta ir a las cosas del 15M porque veo que la gente es más como yo". Gente que se moviliza por razones prácticas, porque algo le afecta, no por cumplir con unos preceptos teóricos.

B) Que espantamos a un sector importante de los más desfavorecidos, los menos formados y más alejados de la cultura escolar. En muchos centros sociales sólo veo universitarios. Nos estamos convirtiendo (quizás el anarcosindicalismo se salve) en un movimiento de clases medias -concepto que no gusta mucho por aquí- o si se prefiere, de gente cultivada y formada, cosa que se aprecia muy bien en nuestro discurso: Tenemos soluciones pedagógicas para todo, todo lo queremos arreglar con "educación".

Cuando se juntan unos cuantos anarquistas, los temas de conversación se "academizan" rapidamente: Que si historia, que si ética, que si filosofía, política... Nos convencemos a nosotros mismos diciendo "es que el pueblo tiene que formarse" "así comprenderemos mejor el mundo" "la gente si está educada será más rebelde" y un largo etcétera.

Coñe, parecemos esos burgueses ilustrados que querían mostrar a las masas el camino del racionalismo. Las revoluciones más profundas de la Humanidad las han llevado a cabo masas de obreros semianalfabetos. ¿No estamos discriminando a los más desfavorecidos, a los trabajadores menos formados y más precarios? ¿No deberíamos desacralizar un poco la cultura académica y valorar el esfuerzo, el trabajo, la cualificación por experiencia? Llevar un discurso que dignifique a los trabajos más precarios, vaya.

A todo esto, la idea me viene de un texto que he leído donde hablaba de la "ideología dominante". La importancia que se la ha dado a ese concepto en los movimientos críticos habría acabado ensalzando la labor "intelectual" en la lucha contra el sistema, llenando nuestros movimientos de teóricos e individuos formados, y alejándonos de los trabajadores más desfavorecidos. Ya no vale con estar explotado, para ser rebelde hay que "entender el sistema", "desenmasacarar al enemigo", "percibir la realidad oculta", etc.

A ver si da para un debate.

Salud!
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armin.tamzarian
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Re: La "Glorificación" de la "Cultura"

Mensaje por armin.tamzarian » 10 Dic 2013, 01:14

Interesante lo que propones, es una realidad. Lo primero que se me ha venido a la cabeza es la frase:
"las revoluciones no son hijas del estómago son hijas del pensamiento"

Está claro que los movimientos sociales están en su mayoría compuestos por gente con cierto nivel cultural y en el aspecto económico quizás varíe un poco más, pero si es verdad que hay una gran masa de gente que no pasa por grandes apuros económicos.

Yo creo que para que la gente pueda preocuparse de su cultura, primero debe tener el estómago lleno. Es una cuestión de prioridades en la supervivencia como ser. Poca gente con una educación y un nivel cultural decente pasa penurias. Por lo menos es lo que yo veo.

El debate que abres, es una de las cuestiones primordiales a responder pero vistas desde el punto de vista cultural. Cómo hacer para que esa gran masa de asalariados, precarios, pluriempleados, con nivel educativo básico (La ESO o bachillerato), se organice y de la batalla. Obviamente llevando a cabo acciones que repercutan de manera directa y positiva en su realidad material (ejemplo: parar un desahucio/despido) y haciendo un lenguaje sencillo y directo, sin anacronismos ni soflamas incendiarias.
Pero claro, la emancipación del proletariado será obra del proletariado mismo o no será.
Las órdenes de consumo, obligatorias para todos pero imposibles para la mayoría, se traducen en invitaciones al delito-Eduardo Galeano-

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Grek
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Re: La "Glorificación" de la "Cultura"

Mensaje por Grek » 10 Dic 2013, 01:18

Fotallesa escribió: ¿No deberíamos desacralizar un poco la cultura académica y valorar el esfuerzo, el trabajo, la cualificación por experiencia? Llevar un discurso que dignifique a los trabajos más precarios, vaya.
Yo contesto que las dos cosas. Pero sin presionar ni agobiar a la gente, no hay prisa, pero hay necesidad. Yo cuando empecé a moverme entre las mil cosas que hacía leía y mucho, y sigo haciéndolo. Y lo recomiendo, y mucho. Me daba (y me da) mucha alegría encontrarme en los locales sindicales de la CNT una biblioteca. No veo que ambas cuestiones estén reñidas (llevar un discurso que dignifique a los trabajadores más precarios y fomentar el amor por el saber). Evidentemente para luchar no es condición sinecuanon tener que saber muchísimo de todo, pero saber, aunque sea algo, leer, aunque sea algo, cultivarse es necesario. Me niego a dejar de trabajar para fomentar que la gente se cultive, me parece primordial. Bueno, en realidad esta última frase quizás sobra, supongo que lo que tú propones tampoco tiene nada que ver con abogar por dejar de trabajar en ello. Quizás la cosa vaya más por intentar no abrumar a la gente nueva que se acerca, para aprender hay tiempo, no tiene uno que nacer enseñado.
armin.tamzarian escribió:Yo creo que para que la gente pueda preocuparse de su cultura, primero debe tener el estómago lleno. Es una cuestión de prioridades en la supervivencia como ser. Poca gente con una educación y un nivel cultural decente pasa penurias. Por lo menos es lo que yo veo.

El debate que abres, es una de las cuestiones primordiales a responder pero vistas desde el punto de vista cultural. Cómo hacer para que esa gran masa de asalariados, precarios, pluriempleados, con nivel educativo básico (La ESO o bachillerato), se organice y de la batalla. Obviamente llevando a cabo acciones que repercutan de manera directa y positiva en su realidad material (ejemplo: parar un desahucio/despido) y haciendo un lenguaje sencillo y directo, sin anacronismos ni soflamas incendiarias.
Pero claro, la emancipación del proletariado será obra del proletariado mismo o no será.
Suscribo todo.
Proclamamos el derecho de los desheredados a apoderarse de toda la riqueza social; a tomar las casas e instalarse en ellas con arreglo a las necesidades de cada familia; a tomar los víveres acumulados y consumirlos, de suerte que conozcan la hartura tanto como conocen el hambre”.
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Fotallesa
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Re: La "Glorificación" de la "Cultura"

Mensaje por Fotallesa » 10 Dic 2013, 21:53

armin.tamzarian escribió:
El debate que abres, es una de las cuestiones primordiales a responder pero vistas desde el punto de vista cultural. Cómo hacer para que esa gran masa de asalariados, precarios, pluriempleados, con nivel educativo básico (La ESO o bachillerato), se organice y de la batalla.
Puf, es que ni siquiera llamaría yo a Bachillerato "nivel educativo básico", partiendo de la base que un 46% de la población activa no ha terminado la secundaria...

http://www.mecd.gob.es/dctm/inee/boleti ... 2b8169cc30

Los datos son bastante curiosos: El porcentaje de población que "sólo" tiene estudios secundarios es muy bajo. Cuando se supera la ESO, tiende a entrarse en una espiral (movimiento generalista lo llaman algunos) en la cual se concibe que el último escalón es la universidad. Con unas FPs muy desvalorizadas y por tanto, poco solicitadas (el porcentaje de paro es mayor entre los que tienen grado superior que entre los que tienen sólo bachillerato :-?) se está creando una brecha cada vez mayor entre una masa de trabajadores con estudios básicos y un grupo importante con estudios superiores (28% entre la población activa*). Que, por cierto, no encuentran trabajo acorde a sus expectativas, al devaluarse sus títulos por masificación (entre otras cosas).

*No se corresponde con los datos del enlace porque incluye en "Estudios superiores" a los que acreditan FPII (Ciclo superior).
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Grek
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Re: La "Glorificación" de la "Cultura"

Mensaje por Grek » 11 Dic 2013, 01:40

Me ha sorprendido el dato de que las FP´s están siendo poco solicitadas. Yo creía que ahora con la crisis se estaban solicitando más.
Proclamamos el derecho de los desheredados a apoderarse de toda la riqueza social; a tomar las casas e instalarse en ellas con arreglo a las necesidades de cada familia; a tomar los víveres acumulados y consumirlos, de suerte que conozcan la hartura tanto como conocen el hambre”.
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dacoal
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Re: La "Glorificación" de la "Cultura"

Mensaje por dacoal » 11 Dic 2013, 02:26

Lo que describes es la clásica cuestión de la masa/vanguardia (aunque a algunos no les guste esta palabra), con otras palabras pero en esencia es eso.
Un movimiento que aspire a tener influencia social tiene que tener militantes bien formados teóricamente y prácticamente (lo que se llama un cuadro político), pero esos cuadros por sí solos no van a ir a ningún sitio sin el apoyo social, esto es fundamental que se comprenda, ya que cualquier estrategia que no lo tenga en cuenta está abocada al fracaso, como ya se ha visto a donde conducen las tesis foquistas e insurrecionalistas, a una espiral de acción-represión inútil que causa mucho sufrimiento, criminalización, marginación y un daño difícil de reparar al movimiento en general.
Ahora la cuestión es como movilizar a la población que está sufriendo directamente los ataques del capitalismo y como generar un sentimiento de empatía en el resto de la gente. Decía Rosa Luxemburgo la conciencia de clase se adquiere en el proceso de la lucha, pensar que un chaval o un currante se va a hacer anarquista o marxista porque vaya a una charla sobre el 36 o sobre la Revolución cubana es pecar de idealista, así quizá se gane a cierta gente pero para construir poder popular y una alternativa viable es totalmente ineficaz.
La estrategia de la PAH es bastante acertada, hacer de un problema individual como es un desahucio una lucha colectiva. La PAH no ha salido de la nada, tiene relación con el Movimiento V de Vivienda, con el movimiento autónomo y el movimiento okupa entre otros, hay gente muy preparada que participa de forma activa en ella. por poner un ejemplo, Ada Colau tiene muchísima formación y sabe moverse en el terreno político pero cuando habla con los medios o en intervenciones públicas no suelta una verborrea academicista ni soflamas incendiarias, utiliza un lenguaje sencillo, asumible por la mayoría de la población, sabe generar simpatías. La prueba es que opina la gente en general, por muchas campañas de criminalización que hayan hecho los medios de comunicación su imagen pública se mantiene.
Un estrategia inteligente para el movimiento libertario sería participar en los movimientos sociales, integrarse en ellos aportando su praxis, renunciando al identitarismo, ocupar todos los espacios políticos posibles (educación, sanidad, antirepresión, laboral, vivienda, género...) e impulsar una coordinación entre ellos, para que el movimiento no se diluya sería conveniente que existiera un espacio común para todos los libertarios que participan en movimientos sociales donde pueden articular una estrategia en conjunto.
Luchar, crear, poder popular
"Instrúyanse, porque necesitamos toda nuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitamos todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitamos de toda nuestra fuerza." Antonio Gramsci

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Joreg
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Re: La "Glorificación" de la "Cultura"

Mensaje por Joreg » 11 Dic 2013, 07:50

De Bakunin:
La ciencia y la urgencia de la labor revolucionaria

En la base de todos los problemas históricos, nacionales, religiosos y políticos está siempre el problema económico, el más importante, y esencial de todos, no solamente para los que trabajan, sino también para toda las demás clases, para el Estado y para la Iglesia. La riqueza ha sido siempre, y sigue siendo, la condición necesaria para la realización de todo lo humano: la autoridad, el poder, la inteligencia, el conocimiento, la libertad... Hasta tal punto es esto cierto que la más idealista de las Iglesias del mundo ─la cristiana─, que predica el desprecio de los bienes terrenos, tan pronto como consiguió hacer desaparecer el paganismo y cimentó su propio poder sobre las ruinas de peste, dedicó toda su energía a la adquisición de riquezas.

El poder político y la riqueza son inseparables. Los que tienen poder disponen de medios para adquirir riqueza y tienen que orientar todos sus esfuerzos a adquirirlos, pues sin ella no podrían retener aquél. Los que son ricos deben hacerse fuertes, pues, si carecen de poder, corren el riesgo de verse privados de sus riquezas. Los trabajadores han careado siempre de poder porque han sido pobres, y han sido pobres porque carecían de un poder organizado. Por ello, no es de extrañar que, de entre todos los problemas con que se enfrentan, hayan visto y vean como primero y más importante el problema económico, el de ganar el pan.

Los trabajadores, las víctimas perpetuas de las civilización, los mártires de la historia, no siempre vieron y entendieron este problema como lo hacen ahora, pero siempre han sido profundamente sensibles a él, y puede afirmarse que siempre que un acontecimiento histórico ha suscitado su simpatía pasiva, en todas sus luchas y sus esfuerzos instintivos en el campo religioso y político, tuvieron una sensibilidad especial para el problema económico e intentaron resolverlo. Todo pueblo, tomado en su conjunto, [es socialista] y todo trabajador perteneciente al pueblo es un socialista en virtud de la posición que ocupa en la sociedad. Y esta manera de ser socialista es incomparablemente más seria que la de esos socialistas que, perteneciendo a la clase dirigente en virtud de las condiciones de vida privilegiadas de que disfrutan, se adhieren al socialismo solamente por la ciencia y el pensamiento.

De ningún modo pretendo subestimar la ciencia o el pensamiento, y me doy cuenta de que son estos dos factores los que distinguen al hombre del resto de los animales; los reconozco como la luz que guía el progreso humano, pero al mismo tiempo comprendo que se trata de una luz fría siempre que no vaya al unísono de la vida, y que su verdad se convierte en impotente y estéril cuando no e apoya en la verdad vital. Siempre que entran en contradicción con la vida, la ciencia y el pensamiento degeneran en sofística y se ponen al servicio de la mentira, o por lo menos se convierten en cobardía vergonzante e inactividad.

Pues ni la ciencia ni el pensamiento existen aislados, en abstracto; se manifiestan solamente en el hombre real, y todo hombre real es un ser integral que no puede buscar la verdad escrita y disfrutar a la vez en la práctica de los frutos de la mentira. En cualquier hombre, incluso en el socialista más sincero, que pertenezca a la clase dirigente y que explote a los demás, no por nacimiento, sino por circunstancias accidentales de su vida, se puede encontrar esa contradicción entre el pensamiento y la vida; e invariablemente esa contradicción le paraliza y le hace impotente. Por ello, solamente puede convertirse en un socialista totalmente sincero cuando ha roto todos los lazos que le unen al mundo de los privilegiados y ha renunciado a todas sus ventajas.

Los trabajadores no tienen nada a lo que renunciar, ni nada con lo que romper; son socialistas por su situación en la sociedad. Hundido en la pobreza, herido, oprimido, el obrero se convierte por instinto en el representante de todos los indigentes, de todos los heridos, de todos los oprimidos; y ¿qué es el problema social más que el problema de la emancipación total y definitiva de todo el pueblo oprimido? La diferencia básica entre el socialista culto que pertenece, aunque sólo sea por su cultura, a la clase dirigente, y el socialista inconsciente que pertenece a la clase trabajadora, estriba en el hecho de que el primero, aun deseando ser socialista, nunca puede serlo totalmente, mientras que el segundo, aun siendo socialista, no es consciente de ello, no sabe de la existencia de una ciencia social en este mundo y nunca ha oído hablar de socialismo.

El uno sabe todo lo que hay que saber sobre socialismo, pero no es un socialista; el otro es un socialista, pero no lo sabe. ¿Cuál de ellos es preferible? En mi opinión, es preferible ser un socialista. Es casi imposible pasar, por así decirlo, del pensamiento abstracto ─de un pensamiento desprovisto de la vida y del impulso que dan las necesidades vitales─ a la vida. En cambio, toda la historia de la humanidad ha demostrado que es posible pasar de la existencia concreta al pensamiento, y en la actualidad la historia de la clase trabajadora nos está dando nuevas pruebas de este proceso.

Todo el problema social queda ahora reducido a una cuestión muy simple. La mayor parte de la humanidad ha estado, y sigue estando, condenada a la pobreza y a la esclavitud y ha constituido siempre una gran mayoría en relación con la minoría explotadora y opresora. Esto quiere decir que siempre ha tenido de su parte la ventaja del número. ¿Por qué entonces no ha hecho uso de ella hasta ahora para desprenderse de ese funesto yugo? ¿Cabe imaginar que haya existido un tiempo en el que las masas hayan amado la opresión y no hayan sentido ese yugo angustioso? Pensar eso sería contrario al sentido compón, a la propia Naturaleza. Todo ser viviente lucha por la prosperidad y por la libertad, y ni siquiera es necesario ser un hombre, sino que basta con ser un animal para odiar a su opresor. Así, pues, hay que recurrir a otras razones para explicar la larga paciencia de las masas.

No cabe duda de que una de las causas principales se encuentra en la ignorancia del pueblo. Debido a esa ignorancia, no puede concebirse a sí misma como una masa todopoderosa unida entre sí por lazos de solidaridad. Como resultado de las circunstancias opresivas en que viven, las gentes del pueblo tienen una concepción individualista de sí mismas, del mismo modo que están disgregadas en su vida. Y esta doble desunión es la causa principal de la impotencia cotidiana del pueblo. Debido a ello, entre la gente ignorante, situada en los niveles culturales más bajos, o que posee una escasa experiencia histórica y colectiva, toda persona y toda comunidad considera los infortunios y opresiones que sufren como un fenómeno personal o individual, y no como algo de carácter general que afecta en igual medida a todos y que, por tanto, debería unirlos en una empresa común, tanto en la resistencia como en el trabajo.

Lo que sucede en la realidad es justamente lo contrario: cada región, comunidad, familia e individuo considera a los demás cmo enemigos dispuestos a imponer su yugo y a despojar al otro y, mientras continúa esta mutua alienación, todo grupo que tenga una cierta cohesión, incluso los que apenas están organizados, toda casta o grupo de poder dentro del Estado, aunque sólo represente a un número relativamente pequeño de gente, puede embaucar, aterrorizar y oprimir fácilmente a millones de trabajadores.

La segunda razón (que también es una secuela directa de esa misma ignorancia) consiste en que el pueblo no ve y no conoce las principales fuentes de su miseria, y a menudo se limita a odiar la manifestación de la causa y no la propia causa, del mismo modo que un perro muerde el bastón del hombre que le está pegando, pero no al hombre que lo maneja. Por consiguiente, los gobiernos, castas y partidos, que hasta ahora han basado su existencia en las aberraciones mentales del pueblo, pueden engañarle fácilmente. Al ignorar las verdaderas causas de sus desgracias, el pueblo no puede saber tampoco la manera de emanciparse, se deja empujar de una vía falsa a otra vía falsa, busca la salvación donde no la podrá encontrar y se presta a ser instrumento de los explotadores y opresores contra sus propios hermanos.

Así, pues, las masas del pueblo, impelidas por la misma necesidad social de mejorar su vida y librarse de una opresión intolerable, se dejan llevar de una forma de absurdo religioso a otra, de un sistema político concebido para oprimir al pueblo a otro similar o peor, del mismo modo que un hombre atormentado por la enfermedad se vuelve de un lado a otro y se siente peor a cada movimiento.

Esa ha sido la historia de la clase trabajadora en todos los países del mundo entero. Una historia sin esperanza, abominable, terrible, capaz de llevar a la desesperación a cualquiera que pretenda buscar la justicia humana. Pero, a pesar de todo, no hay que dejarse vencer por ese sentimiento. Por muy horrible que haya sido hasta ahora la historia, no puede afirmarse que todo haya sido en vano o que no haya servido para nada. ¿Qué se puede hacer si, por su misma naturaleza, el hombre está condenado a abrirse camino a través de todo tipo de abominaciones y tormentos, desde la más negra oscuridad a la razón, desde el estado de animalidad al de humanidad? Los errores históricos y las calamidades que les acompañan han creado multitud de analfabetos que han pagado con su sudor y su sangre, con su pobreza, su hambre, su trabajo de esclavo, con el tormento y con la muerte cada nuevo paso al que les empujaron las minorías que los explotaban. La historia ha grabado estas lecciones no en los libros que ellos no podían leer, sino en su piel, por lo que no es fácil que las olviden. Al pagar muy caro toda nueva fe, esperanza o error, las masas populares alcanzan la razón a través de las estupideces históricas.

La amarga experiencia les ha enseñado la vanidad de todos los credos religiosos, de todos los movimientos nacionales y políticos, y el resultado ha sido que, por primera vez, la cuestión social se ha llegado a plantear con la suficiente claridad. El problema surge de un instinto primitivo y secular que a través de siglos de desarrollo, desde el comienzo de la historia del Estado, ha sido empañado por las brumas religiosas, políticas y patrióticas. Las brumas se han despejado y el problema social convulsiona ahora a Europa.

En todas partes las masas comienzan a percatarse de la verdadera causa de sus miserias, se hacen conscientes del poder de la solidaridad y empiezan a comparar su inmensa multitud con el insignificante número de sus eternos expoliadores. ¿Qué les impide entonces liberarse ahora si es cierto que han alcanzado ese estado de consciencia?

La respuesta es: La falta de organización y la dificultad de llegar a un acuerdo entre ellos.

Ya hemos visto que en toda sociedad históricamente desarrollada, como en la sociedad europea de hoy, por ejemplo, la población total se divide en tres categorías principales:

1) La gran mayoría, cuya desorganización es profunda, que es explotada, pero que no explota a los demás.

2) Una considerable minoría, que comprende todos los estamentos, una minoría que explota y es explotada en la misma medida, oprimida y opresora a la vez.

3) Y, por último, la pequeña minoría de explotadores y opresores puros y simples, conscientes de su función y completamente de acuerdo entre ellos sobre el plan de acción común: el estamento gobernante supremo.

Hemos visto también que, a medida que crece y se desarrolla, la mayoría de los que constituyen los diferentes estamentos de la sociedad se convierten en una masa semi-instintiva, por así decirlo, organizada en un Estado, pero carente de entendimiento mutuo y de dirección consciente en sus movimientos y acciones de masa. En cuanto a las masas trabajadoras que carecen por completo de organización, está claro que las clases que forman el Estado desempeñan el papel de explotadores y continúan explotándolas no por medio de un plan deliberado y de mutuo acuerdo, sino a través de la fuerza y la costumbre y del derecho consuetudinario y escrito, en cuya legalidad y carácter sagrado cree la mayoría.

Pero, al mismo tiempo, en lo que respecta a la minoría que controla el gobierno, es decir, al grupo que cuenta con un entendimiento mutuo y explícito en cuanto a su plan de acción, este grupo intermedio desempeña la función más o menos pasiva de víctima explotada. Y como esta clase media, aunque insuficientemente organizada, posee más dinero, más educación, mayor libertad de movimiento y acción y más medios para organizar conspiraciones y organizarse que la clase trabajadora, ocurre con frecuencia que las rebeliones que surgen e esa clase media terminan a menudo con una victoria sobre el gobierno y con la sustitución de éste por otro. De este tipo han sido todas las conmociones políticas nacionales de las que nos habla la historia.

De estos levantamientos y rebeliones no podía resultar nada bueno para el pueblo, pues tuvieron su raíz en los intereses lesionados de los estamentos del reino, y no del pueblo, y tenían como objetivo dichos intereses y no los de éste. Por mucho que los estamentos luchen entre sí y por mucho que se rebelen contra el gobierno existente, ninguna de sus revoluciones ha tenido ni tendrá nunca como finalidad terminar con los fundamentos económicos y políticos del Estado que permiten la explotación de las masas trabajadoras, es decir, la existencia real de las clases y del principio de las clases. Por muy revolucionarias de espíritu que sean esas clases privilegiadas y por mucho que puedan odiar una determinada forma de Estado, el Estado en sí mismo es sagrado para ellas, y su integridad, su poder y sus intereses se consideran unánimemente como los intereses supremos. Han estimado siempre que el patriotismo, es decir, el sacrificio de la vida y e la propiedad en aras del Estado, es la virtud más excelsa.

Por lo tanto, no existe ninguna revolución, por muy atrevida y violenta que pueda ser en sus manifestaciones, que haya osado poner su mano sacrílega sobre el arca del Estado. Y como no puede existir el Estado sin organización, administración, ejército y un cierto número de hombres investidos de autoridad (es decir, que es imposible que exista sin un gobierno), a la caída de un gobierno, sigue necesariamente el establecimiento de otro, más de acuerdo con las clases triunfadoras en la lucha y más útil para ellas.

Pero, a pesar de su utilidad, después de un período de luna de miel, el nuevo gobierno empieza a concitar la indignación de las mismas clases que lo elevaron al poder. La naturaleza de toda autoridad es que está condenada a funcionar mal. Y cuando digo funcionar mal no lo digo desde el punto de vista de los intereses del pueblo: el Estado, como bastión de las clases medias, y el gobierno, como guardián de los intereses del Estado, constituyen siempre un mal absoluto para el pueblo; me refiero al mal del que se resienten las mismas clases para cuyo beneficio exclusivo es necesaria la existencia del Estado y de los gobiernos. Digo que, a pesar de esa necesidad, el Estado constituye siempre una pesada carga para esas mismas clases y, si bien sirve a sus intereses fundamentales, también los esquilma y oprime, aunque en menor grado que a las masas.

Un gobierno que no abuse de su poder, que no sea opresor, que sea imparcial y honrado y actué solamente en interés de todas las clases, sin olvidar esos intereses en beneficio de las personas que están a su frente, sería un círculo cuadrado, un ideal inalcanzable por ser contrario a la naturaleza humana. La naturaleza humana, la de cualquier hombre, es tal que, una vez que tiene poder sobre los demás, los oprimirá invariablemente; si se le coloca enana situación de privilegio y se le separa de la igualdad humana, se convertirá en un déspota. La igualdad y la carencia de autoridad son las únicas condiciones esenciales para la moralidad de todo hombre. Tómese al revolucionario más radical y colóquesele en el trono de todas las Rusias, o désele el poder dictatorial con el que sueñan tantos de nuestros jóvenes revolucionarios, y en un año se convertirá en alguien peor que el propio emperador.

Los estamentos se convencieron de ello hace mucho y acuñaron un proverbio según el cual «el gobierno es un mal necesario»; necesario, por supuesto, para ellos, pero de ningún modo para el pueblo, para quien el Estado, y el gobierno requerido por éste, no es un mal necesario, sino fatal. Si las clases dirigentes pudieran arreglárselas sin un gobierno y mantener sólo el Estado, es decir, la posibilidad y el derecho de explotar el trabajo del pueblo, no sustituirían un gobierno por otro. Pero la experiencia histórica (por ejemplo, el triste destino sufrido por la república polaca con un gobierno débil) les demostró que sería imposible mantener un Estado sin gobierno. La falta de gobierno engendra la anarquía, y la anarquía conduce a la destrucción del Estado, es decir, a la esclavización del país por otro Estado, como sucedió con la desgraciada Polonia, o a la total emancipación del pueblo trabajador y a la abolición de las clases, que, esperamos, será lo que ocurra pronto en Europa.

Con objeto de reducir al mínimo el mal producido por cada gobierno, las clases dirigentes del Estado crearon varios órdenes y formas constitucionales que han condenado ahora a los actuales estados europeos a oscilar entre la anarquía de clases y el despotismo del gobierno y que han conmovido el edificio estatal hasta un extremo que incluso nosotros, que somos ya viejos, podemos esperar ser testigos y agentes activos de su destrucción final. No cabe duda de que cuando llegue el momento de la destrucción total, la gran mayoría de los que pertenecen a las clases dirigentes del Estado cerrarán sus filas en torno a él, olvidando su odio hacia los gobiernos existentes, y lo defenderán contra la furia del pueblo trabajador para salvar al Estado, piedra angular de su existencia como clase.

Pero, ¿por qué es necesario el gobierno para el mantenimiento del Estado? Porque ningún Estado puede existir sin una conspiración permanente, conspiración que, por supuesto, está dirigida contra las masas de trabajadores, para la esclavización y arruinamiento de las cuales existen todos los Estados. Y en todo Estado el gobierno no es más que una conspiración permanente por parte de la minoría contra la mayoría, a la que esclaviza y esquilma. De la propia esencia del Estado se deduce claramente que nunca ha existido ni podía existir una organización estatal que no se oponga a los intereses del pueblo y que no sea profundamente odiada por éste.

Debido al atraso del pueblo, ocurre con frecuencia que, lejos de levantarse contra el Estado, le profesan un cierto respeto y afecto y esperan de él justicia y venganza para sus males, y por consiguiente parecen estar imbuidos de sentimientos patrióticos. Pero cuando observamos de cerca la actitud de cualquiera de ellos, incluso del más patriota, encontramos que lo que aman y reverencian en él es solamente la concepción ideal del mismo, y no su manifestación real. El pueblo odia la esencia del Estado en la medida en que entra en contacto con él y está dispuesto a destruirlo en todo momento, siempre que no se lo impida el poder organizado del gobierno.

Ya hemos visto que cuanto más grande se hace la minoría explotadora del Estado, menos capaz es de dirigir directamente los asuntos de aquél. La multiplicidad y heterogeneidad de intereses de las clases gobernantes crean a su vez el desorden, la anarquía y el debilitamiento del régimen estatal necesario para que el pueblo explotado siga obedeciendo. Por lo tanto, los intereses de todas las clases dirigentes exigen que cristalice en su interior una minoría gubernamental aún más compacta que sea capaz, por su reducido número, de ponerse de acuerdo entre sí para organizar su propio grupo y todas las fuerzas del Estado en beneficio de los estamentos y en contra del pueblo.

Todo gobierno tiene un doble objetivo. Uno, el principal y declarado abiertamente, consiste en mantener y fortalecer el Estado, la civilización y el orden civil, es decir, el dominio sistemático y legalizado de la clase dirigente, sobre el pueblo explotado. El otro objetivo, que es igualmente importante para el gobierno, aunque no se declare tan abiertamente, s la conservación de sus privilegios estatales exclusivos y de su personal. El primero de los objetivos se refiere a los intereses generales de las clases dirigentes; el segundo, a la vanidad y a los privilegios excepcionales de los individuos que forman parte del gobierno.

El primero de estos dos objetivos coloca al gobierno en una actitud hostil hacia el pueblo; el segundo le enfrenta tanto al pueblo como a las clases privilegiadas, dándose situaciones en la historia en que el gobierno se hace aparentemente más hostil hacia las clases poseedoras que hacia el pueblo. Esto sucede siempre que en aquéllas crece el descontento contra el gobierno, y tratan de derrocarlo o de limitar su poder. En estos casos, el instinto de autoconservación obliga al gobierno a olvidar el objetivo principal que da sentido a su existencia: el mantenimiento del Estado o del dominio de clase y de los privilegios de clase en contra del pueblo. Pero esas situaciones no pueden durar mucho tiempo, porque el gobierno, cualquiera que sea su naturaleza, no puede existir sin las clases privilegiadas, del mismo modo que éstas no pueden existir sin un gobierno. Cuando no dispone de otras clases, el gobierno crea una clase burocrática propia, como nuestra nobleza en Rusia.

Todo el problema del gobierno consiste en lo siguiente: cómo mantener al pueblo obediente o dentro del orden público, utilizando la menor cantidad posible de elementos de ese mismo pueblo, de la forma mejor organizada, y a la vez salvaguardar la independencia, no del pueblo, lo que por supuesto es algo que ni siquiera se plantea, sino de su Estado contra los designios ambiciosos de las potencias vecinas, e incrementar además sus posesiones a expensas de esas mismas potencias. En una palabra, guerra interior y guerra exterior, tal es la vida del gobierno. Tiene que mantenerse armado e incesantemente en guardia tanto contra los enemigos del interior como contra los del exterior. Aunque respira opresión y engaño por todos los poros, el gobierno tiene tendencia a considerar a todos, dentro y fuera de sus fronteras, como enemigos, y ha de mantener una permanente actividad conspiratoria contra todos ellos.

No obstante, la mutua enemistad de los gobiernos que los dirigen no puede compararse con la enemistad de cada uno de ellos hacia el pueblo trabajador, y del mismo modo que dos clases dirigentes ocupadas en una guerra cruenta están dispuestas a olvidar sus odios más acendrados siempre que amenaza una rebelión del pueblo trabajador, dos Estados y gobiernos están dispuestos a olvidar su enemistad y guerra abierta tan pronto como asoma en el horizonte la amenaza de una revolución social. El problema esencial y fundamental de todos los gobiernos, Estados y clases dirigentes, sea cual sea la forma, nombre o pretexto que utilicen para disfrazar su naturaleza, es subyugar al pueblo y mantenerlo esclavizado, por tratarse de una cuestión de vida o muerte para todo lo que se denomina civilización o Estado civil.

Cualquier medio le está permitido al gobierno para alcanzar esos objetivos. Lo que en la vida recibe el nombre de infamia, vileza, crimen, se convierte para los gobiernos en valor, virtud y deber. Maquiavelo tenía mucha razón cuando afirmaba que la existencia, prosperidad y poder del todo Estado ─tanto si se trata de una monarquía como de una república─ debe basarse en el crimen. La vida de todo gobierno consiste necesariamente en una serie de actos viles, injustos y criminales contra los pueblos extranjeros y también, en mucha mayor medida, contra su propio pueblo trabajador. Es una eterna conspiración contra su prosperidad y su libertad.

Durante siglos se ha ido desarrollando y perfeccionando la ciencia del gobierno, y no creo que nadie me acuse de exagerar si digo que esa ciencia constituye la forma más acabada de bellaquería del Estado, ya que se ha desarrollado a base de constantes luchas y aprovechando la experiencia de todos los estados del pasado y del presente. Es la ciencia que enseña a esquilmar al pueblo de la forma más disimulada y eficaz ─ya que cualquier cantidad de excedente que se le dejara contribuiría a aumentar su poder─, procurando al mismo tiempo no privarles del mínimo necesario para conservar sus miserables vidas y seguir produciendo riqueza.

Es la ciencia que enseña a sacar a los soldados del pueblo y a organizarlos mediante una hábil disciplina, para formar un ejército regular, que constituye la principal fuerza represiva del Estado destinada a mantener subyugado al pueblo. Es la ciencia que enseña a distribuir, de forma inteligente y expeditiva, unos cuantos millares de soldados colocándolos en los lugares más importantes de una determinada región para asegurarse el miedo y la obediencia de la población. Es la ciencia que enseña a cubrir países enteros con una fina red de organización burocrática y sujetar, desunir y debilitar, por medio de reglamentaciones, decretos y otras medidas, al pueblo trabajador para que no pueda nunca unirse y avanzar, y quede así siempre en la situación salutífera de una relativa ignorancia (es decir, salutífera para el gobierno, el Estado, las clases dirigentes), situación que hace difícil que el pueblo se deje influir por nuevas ideas y personalidades dinámicas.

Este es el único objetivo de la organización gubernamental, de la conspiración permanente del gobierno contra el pueblo. Y la conspiración, que se declara abiertamente como tal, abarca toda la diplomacia, la administración interior (militar, civil, política, tribunales, finanzas y enseñanza) y la Iglesia.

Y es contra esa gigantesca organización, armada con todos los medios de represión mentales y materiales, legales e ilegales, y que en último extremo puede siempre contar con la colaboración de todas o casi todas las clases dirigentes, contra la que tiene que luchar la gente pobre. El pueblo, aún constituyendo mayoría aplastante en número, está desarmado, es ignorante y desorganizado. ¿Es posible su victoria? ¿Existe alguna posibilidad de que salga vencedor en su lucha?

No es suficiente que el pueblo despierte y que se dé cuenta de su miseria y de las causas de la misma. Es cierto que posee una gran cantidad de poder básico, más que el gobierno, con todas las clases dirigentes; pero un poder elemental, no organizado, no constituye un poder real. El Estado se apoya precisamente en esa indiscutible ventaja de la fuerza organizada sobre la fuerza elemental del pueblo.

Por consiguiente, el problema no estriba en si [el pueblo] tiene o no la capacidad de rebelarse, sino en si puede crear una organización que le permita alcanzar la victoria con su rebeldía ─y no sólo una victoria casual, sino un triunfo prolongado y definitivo.

En eso, y solamente en eso, estriba todo este acuciante problema. Por tanto, la primera condición para conseguir la victoria del pueblo es alcanzar un acuerdo entre el pueblo o la organización de sus fuerzas.
Lo que se gana en velocidad, se pierde en potencia. Lo que se gana en potencia, se pierde en velocidad.

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Re: La "Glorificación" de la "Cultura"

Mensaje por Grek » 11 Dic 2013, 14:25

Muchas gracias por el aporte, Joreg. Lo he encontrado muy esclarecedor.
Proclamamos el derecho de los desheredados a apoderarse de toda la riqueza social; a tomar las casas e instalarse en ellas con arreglo a las necesidades de cada familia; a tomar los víveres acumulados y consumirlos, de suerte que conozcan la hartura tanto como conocen el hambre”.
Kropotkin.

Statulos
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Re: La "Glorificación" de la "Cultura"

Mensaje por Statulos » 01 Feb 2014, 00:31

dacoal escribió:Un estrategia inteligente para el movimiento libertario sería participar en los movimientos sociales, integrarse en ellos aportando su praxis, renunciando al identitarismo, ocupar todos los espacios políticos posibles (educación, sanidad, antirepresión, laboral, vivienda, género...) e impulsar una coordinación entre ellos, para que el movimiento no se diluya sería conveniente que existiera un espacio común para todos los libertarios que participan en movimientos sociales donde pueden articular una estrategia en conjunto.
Esa clase de cosas se pueden rastrear entre grupos trotskistas y el resultado es que en España, se han quedado en el PSOE.

No creo en las inevitabilidades históricas, que decía Marx, pero el problema es que es muy fácil acabar asimilado. Algo parecido a los policías integrados en grupos radicales que acamban por aceptar las idea de dichos grupos.

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Re: La "Glorificación" de la "Cultura"

Mensaje por dacoal » 03 Feb 2014, 16:21

Statulos escribió:Esa clase de cosas se pueden rastrear entre grupos trotskistas y el resultado es que en España, se han quedado en el PSOE.
¿Te refieres al "entrismo"? Si es así no tienes claro en lo que consiste, el entrismo es infiltrarse en una organización para sembrar la discordia, enfrentar a las bases con su dirección y captar a los militantes más descontentos. Lo que yo propongo no tiene nada que ver con esto.

Primero, porque un movimiento no es lo mismo que una organización, es más heterogéneo y no tiene una estructura definida, dentro de un mismo movimiento suele haber varias organizaciones con estrategias propias, que en este caso no hacen entrismo sino "cooptación" o "instrumentalización", lo que buscan la mayoría de ellas es articular esos movimientos como fuerza electoral (ejemplo de ello es la campaña de UJCE sobre "poder popular"), entonces lo que yo he propuesto anteriormente es participar en los movimientos con una estrategia propia encaminada a la transformación social.
Luchar, crear, poder popular
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Fotallesa
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Re: La "Glorificación" de la "Cultura"

Mensaje por Fotallesa » 03 Feb 2014, 16:51

Bueno, yo no hablaba tanto de "vanguardia" y "masa", creo que ese es un debate organizativo. Más bien me vengo a referir si nuestro excesivo "academicismo" no estará espantando a los trabajadores más precarios y menos formados del movimiento. Creo que es una realidad que muchas organizaciones anarquistas juveniles están compuesta casi exclusivamente por universitarios, y otro tanto puede decirse de los activistas de muchos CSOAs. También los discursos feministas y ecologistas están más extendidos entre los trabajadores más formados. ¿Qué estamos haciendo mal? Porque el "claro, como están más formados tienen más conciencia" no me vale, habida cuenta de que las organizaciones revolucionarias históricas han estado compuesta por miles de obreros manuales, con un nivel formativo muy bajo o inexistente ¿por qué ese cambio de tendencia?

El artículo al que hago referencia en mi primer comentario lo achaca a la popularidad de la "ideología dominante" como teoría social. Como el capitalismo sería, ante todo, un sistema ideológico, se ha desplazado la lucha de clases del mundo productivo al académico. Ahora para ser crítico hay que estar mega-formado, haber leído tropecientasmil cosas y estar al tanto de todo. Si no, "no sabes de lo que hablas", por mucho que seas un explotado. Yo no sé si esa es la causa, pero es un rollo que abunda en los movimientos anticapitalistas.

Hace un tiempo, fui con un grupo de amigos no politizados, estudiantes de FP, a una asamblea de facultad. Mientras la gente llegaba, nos sentamos al lado de unos compas, militantes de nosequé colectivo marxista, que estaban hablando -muy encendidos ellos- de que si Hoxha tal, de que si el maoísmo esto, que si trotsky lo otro. Pues imagina la cara de mis colegas: "¿quiénes son esta pandilla de frikis y por qué hablan de cosas tan raras?". Siempre podemos decir que los raros son ellos, que son unos alienados, que les importa más el fútbol que la historia del movimiento obrero... Pero consolarse con eso (aunque lo del fútbol sea verdad) es muy triste.
"Nadie podrá vencer
Al viejo y nuevo clamor
Nadie podrá borrar
De nuestro valeroso corazón
El hambre de libertad"

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Re: La "Glorificación" de la "Cultura"

Mensaje por Statulos » 03 Feb 2014, 19:07

Fotallesa escribió:Bueno, yo no hablaba tanto de "vanguardia" y "masa", creo que ese es un debate organizativo. Más bien me vengo a referir si nuestro excesivo "academicismo" no estará espantando a los trabajadores más precarios y menos formados del movimiento. Creo que es una realidad que muchas organizaciones anarquistas juveniles están compuesta casi exclusivamente por universitarios, y otro tanto puede decirse de los activistas de muchos CSOAs. También los discursos feministas y ecologistas están más extendidos entre los trabajadores más formados. ¿Qué estamos haciendo mal? Porque el "claro, como están más formados tienen más conciencia" no me vale, habida cuenta de que las organizaciones revolucionarias históricas han estado compuesta por miles de obreros manuales, con un nivel formativo muy bajo o inexistente ¿por qué ese cambio de tendencia?

El artículo al que hago referencia en mi primer comentario lo achaca a la popularidad de la "ideología dominante" como teoría social. Como el capitalismo sería, ante todo, un sistema ideológico, se ha desplazado la lucha de clases del mundo productivo al académico. Ahora para ser crítico hay que estar mega-formado, haber leído tropecientasmil cosas y estar al tanto de todo. Si no, "no sabes de lo que hablas", por mucho que seas un explotado. Yo no sé si esa es la causa, pero es un rollo que abunda en los movimientos anticapitalistas.

Hace un tiempo, fui con un grupo de amigos no politizados, estudiantes de FP, a una asamblea de facultad. Mientras la gente llegaba, nos sentamos al lado de unos compas, militantes de nosequé colectivo marxista, que estaban hablando -muy encendidos ellos- de que si Hoxha tal, de que si el maoísmo esto, que si trotsky lo otro. Pues imagina la cara de mis colegas: "¿quiénes son esta pandilla de frikis y por qué hablan de cosas tan raras?". Siempre podemos decir que los raros son ellos, que son unos alienados, que les importa más el fútbol que la historia del movimiento obrero... Pero consolarse con eso (aunque lo del fútbol sea verdad) es muy triste.
Por perfil laboral y personal pertenezco a lo que se puede llamar "universitario" que milita en una organizacion. Y estoy de acuerdo contigo. No le puedes pedir a un padre (o madre) de familia que despues de dejarse el pellejo currando y que tiene chiguitos en casa que se lea los tochacos del infierno que son mi pan de cada dia. Porque no es viable, sin mas. :D

El desafio es lograr que las grandes formulaciones sobre la condicion humana no sean tan aridas. Yo soy un firme defensor de la oralidad en la transmision de la cultura, precisamente porque he aprendido tanto de escuchar a quien sabe que de leer libros. Ahi es donde entras tu y todo lo que sabes. El reto es lo que en el mundillo academico se denomina pedagogia y es jodido hacerlo sin rebajar interpretaciones sofisticadas.

Yo creo que el marco para ello es el del encuentro y los movimientos, sean sociales, laborales, vecinales... Lo primero que hay que reclamar es un entorno donde la comunicacion sea efectiva y real. Y a partir de ahi, pues debate sin citar y sin palabras complicadas. Si a la gente le gusta lo que dices, ya te preguntara donde leer mas al respecto. A mi me sirvio de puta madre para que la gente se picase por leer a Levi-Strauss. :wink:

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