El artista revolucionario

El arte de combate, como elemento de comunicación social y crítica radical.
ray

El artista revolucionario

Mensaje por ray » 16 Jun 2002, 07:00

No es el artista revolucionario quien compone la canción de protesta o el poema de protesta, la escultura o la pintura de protesta, en el caso que se entienda y se ejerza, como hoy se hace, el protestar como el simple manifestar descontento y/u oposición ante un determinado orden de las cosas, esperando que el o los actuales responsables de este orden pongan algunos problemas a la luz para su cuestionamiento.
El arte, como manifestación creadora de individuos y pueblos, al llamarse revolucionario debe ser manifiesto de revolución y no un mendigar retocado estéticamente. El poeta debe degollar a dios en el poema y dejar que su cabeza ruede por los versos hasta desaparecer. El pintor debe colorear un cuadro con las cenizas del capital y la sangre del tirano. El escultor debe construir un mundo nuevo con los huesos de banqueros, estatistas y sacerdotes. El músico debe entonar la gloriosa marcha fúnebre del Orden Mundial. Es necesario entonces que el artista revolucionario, a su vez, sea un artista revolucionado, desligado de las trabas de la moral judeocristiana y la cultura capitalista.
Para el revolucionario, artista o no, la Libertad debe ser camino y meta a la vez.

La revolución debe ser entendida como un proceso evolutivo de las masas deslindado del proceso imperante, no paralelo a éste sino como negación cabal de la actualidad a la que nos ha llevado, y debe desenvocar en la toma y el ejercicio de nuestras libertades, cada vez más sosegadas por la actual evolución. La revolución debe ser ética-cultural antes que armada o violentada de una u otra manera, asegurandonos así de su perpetuidad gracias a una real consciencia revolucionaria en las masas.
El artista puede ser uno de los principales colaboradores en este proceso que antecede a los días de insurreción, su quehacer debe reforzar la transformación ética-cultural.
Dado su caracter libre y liberador, la obra de arte no se volverá un insípido documento histórico una vez concretada la revolución, por el contrario tomará aún más vigencia y goce entre un comunidad de personas libres.

Nuestro arte no debe dar ni risa ni indiferencia ante la mirada de los poderosos, ni menos lastima, por el contrario, debe provocar estremecimiento, asco, espasmos y tendencias suicidas entre los responsables de la miseria actual.
Nuestro arte debe ser revolucionario en su totalidad, no sólo como creación consciente sino también en su distribución y producción, no delegándolo a los medios capitalistas y perpetuándolo así a elites económica.
Y por último, el artista revolucionario no será tal mientras no lleve su arte a la vida cotidiana: El artista revolucionario estará en las barricadas los días de la insurreción popular.

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