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COMO ACTUARON LOS ESPAÑOLES EN AMERICA

Publicado: 19 May 2005, 17:17
por sole
Por algún tiempo después de la caída de Tenochtitlan, la vida no cambió mucho en El Unico Mundo. Fuera del área inmediata de la Triple Alianza, ninguna otra parte de estas tierras había sido devastada de esa manera y probablemente había todavía muchos lugares en donde la gente ni siquiera se había dado cuenta de que ya no vivían en El Unico Mundo, sino en un lugar llamado Nueva España. Aunque habían sido abatidos cruelmente por esa nueva y misteriosa enfermedad, ellos casi nunca vieron a un español o a un cristiano, así que no tuvieron nuevas leyes ni dioses impuestos por ellos y siguieron con sus formas acostumbradas de vida, recogiendo la cosecha, cazando, pescando y demás, como lo habían hecho durante gavillas de años antes.
Sin embargo, aquí, en las tierras del lago, toda la vida cambió y fue difícil para nosotros, nunca se nos hizo fácil ese cambio y dudo que alguna vez lo sea. Al día siguiente de que Cuautémoc fue capturado, Cortés concentró toda su atención y energía en la reconstrucción de esta ciudad, aunque más bien debería decir nuestra energía. Pues decretó que, como había sido por culpa de nosotros, los imprudente mexica, el que Tenochtitlan fuera destruida, nosotros seriamos los responsables de la restauración de dicha ciudad como la ciudad de Mexico. Aunque sus arquitectos fueron los que hicieron los planos, sus artesanos los que supervisaron la obra y sus más brutales soldados los que movieron los látigos para que el trabajo fuera hecho, fue nuestra gente la que lo hizo, y fuimos nosotros los que proporcionamos los materiales y si queríamos comer después de nuestro trabajo, éramos nosotros los que nos teníamos que proporcionar esa comida. Así que los canteros de Xaltocan trabajaron como nunca lo habían hecho en toda su vida, y los carpinteros arrasaron con todos los bosques de las colinas del lago y cortaron vigas y tablas, y nuestros guerreros y pochteca se convirtieron en forrajeadores y cargadores de alimentos y de todas las demás necesidades que pudieron arrancar por la fuerza de las tierras circunvecinas; y nuestras mujeres cuando no eran molestadas abiertamente por los soldados blancos e incluso violadas enfrente de todo el que lo quería ver , eran empleadas como cargadoras y mensajeras, y hasta a los niños pequeños se los ponía a trabajar mezclando la cal. (Azteca-Gary Jennings)

Publicado: 19 May 2005, 17:18
por sole
Durante un tiempo, una parte principal de mis deberes como intérprete consistieron en traducir las exigencias incesantes e insistentes de Cortés, por saber qué se había hecho del tesoro desaparecido de los Mexía. Si hubiera sido más joven y hubiera estado en condiciones de trabajar en cualquier tipo de comercio, para poder mantenerme a mi y a mi esposa, que cada vez estaba más enferma, en este mismo momento hubiera dejado este trabajo tan humillante. Tenía que sentarme junto a Cortés y a sus oficiales, como si fuera uno de ellos, mientras ellos maltrataban e insultaban a mis compañeros señores, llamándolos “¡Indios malditos,mentirosos, ambiciosos, avarientos, traidores y codiciosos!” Me sentía todavía más avergonzado cuando tenía que traducir las preguntas que repetidas veces se le hacían al Uey-Tlatoani Cuautémoc, a quien Cortés ya no trataba con unción, ni siquiera con respeto. Ante las repetidas preguntas de Cortés, Cuautémoc sólo respondía, ya fuese porque sólo eso podía responder o sólo quería responder eso, con la siguiente respuesta: “Que yo sepa, Capitán General, mi predecesor Cuitláhuac dejó el tesoro en el mismo lugar en donde usted lo tiró en el lago”
A lo que Cortés respondía enojado: “He enviado a mis mejores nadadores y a los suyos y sólo han encontrado ¡lodo!”
Y Cuautémoc sólo quería o podía contestar. “El lodo es muy suave. Sus cañones hicieron que todo el lago de Texcoco temblara. Un objeto de oro es lo suficientemente pesado como para hundirse profundamente en el cieno”
Y todavía me sentí mucho más avergonzado el día que tuve que observar cómo se “persuadía” a Cuautémoc y a dos viejos de su Consejo de Voceros que lo habían acompañado, a responder en esa sesión de preguntas. Después de que hube traducido sus mismas palabras no sé cuántas veces más, Cortés se puso furioso. Ordenó a sus soldados que trajeran de la cocina tres braseros encendidos e hizo que los tres señores mexica pusieran sus pies sobre los braseros mientras les hacía las mismas preguntas. Por fin, Cortés levantando sus manos en un gesto de disgusto, salió a grandes zancadas de la habitación. Los tres señores se sentaron con cuidado sobre sus sillas y sacaron los pies de las brasas y lentamente se dirigieron hacia sus cuartos. Los dos ancianos y el hombre joven tratando de ayudarse los unos a los otros lo más que podían, cojearon sobre sus pies ennegrecidos y llenos de ampollas y escuché que uno de los viejos gimió:
“Ayya, Señor Orador, ¿Por qué no les dice algo diferente? Cualquier cosa ¡Esto me duele horriblemente!”
“¡Silencio!-le dijo Cuautémoc cortante-¿Crees acaso que yo estuve en un lecho de flores?”con miles de almas
pusimos fe entre los puños
y la vista en el horizonte (Azteca-Gary Jennings)