Roma Capitale y Alianza Nacional

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Contumacia
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Roma Capitale y Alianza Nacional

Mensaje por Contumacia » 24 Feb 2015, 13:20

interesante artículo en Jotdown sobre Roma Capitale, esa mafia que no existía en Roma y de la que tanto se habla en Romanzo Criminale, la película y luego serie sobre la banda de la Magliana. O de cómo hacerse con la alcaldía de la ciudad eterna y repartirse los beneficios entre unos cuantos coleguillas fascistas
Descubrir la mafia en Roma ha sido un trauma nacional, pero no ha sido una gran sorpresa para quienes vivimos en ella. Solo así se explicaba el desmadre y el caos que se había apoderado en los últimos años de la ciudad: parecía que nadie mandaba, nada funcionaba, nadie limpiaba, no había mantenimiento… Es decir, lo parecía más de lo normal, que ya es mucho. El dinero simplemente desaparecía. Ahora resulta que un gran número de servicios estaban parasitados por una mafia que se llevaba la pasta y hacía las cosas a medias, o ni las hacía. Un ejemplo tonto: las hojas. Este otoño, como todos los otoños, Roma se llenó de hojas. Pasaron las semanas y nadie las recogía. Llovía y todo se inundaba. ¿Era la habitual desidia y negligencia municipal? No, es que el servicio había sido adjudicado a una de las empresas mafiosas. Los fiscales han calculado esta semana que el sistema mafioso ha devorado al menos mil trescientos millones de euros de dinero público.

Carminati, alias er Cecato (el Cegado) o er Guercio (el Tuerto), porque perdió un ojo en un tiroteo con los carabinieri en 1981, es muy conocido en Roma. Basta su nombre para meter miedo, elemento esencial de toda trama mafiosa. Él ha puesto su currículum como capital social de partida de la organización. Y qué currículum. Fue procesado por el atentado de Bolonia y absuelto. Fue procesado por el asesinato de Pecorelli y absuelto. En 1999 dio un famoso golpe: reventó la caja acorazada de la sucursal del Banco de Roma situada dentro de los tribunales de la capital, con la complicidad de al menos cuatro carabinieri y funcionarios. Además de un dineral se llevó abundante documentación reservada, materia prima de chantajes. Lo más curioso es que, pese a haber sido detenido varias veces, siempre ha salido de la cárcel por la puerta de atrás. En total, entre amnistías, descuentos de pena y actos de clemencia, le han perdonado cinco años y cuatro meses de prisión. Carminati conoce gente, y desde hace mucho tiempo.

En 1982, cuando tenía veinticuatro años, Carminati coincidió en la prisión romana de Rebibbia con otros dos elementos de cuidado, un trío que ahora cobra mucho interés. El primero era un tal Salvatore Buzzi, de veintiséis años, condenado por asesinar con treinta y cuatro puñaladas a un cómplice de una estafa en el banco en el que ambos trabajaban porque le quería delatar. Luego se sacó una carrera universitaria, se reinsertó y obtuvo un indulto por su buen comportamiento en 1994. Fundó una cooperativa llamada 29 de Junio, muy bien vista por la izquierda. Pues bien, esa cooperativa es la que se ha hecho estos años con buena parte de los contratos del Ayuntamiento de Roma. Buzzi ha resultado ser uno de los capos de la mafia Roma Capitale, la mano derecha de Carminati.

Pero más interesante es el segundo individuo que compartió la cárcel con el Tuerto. Era un chavalote fascistoide de veintitrés años que ya había sido acusado el año anterior, y luego absuelto, de dar una paliza a un estudiante junto a tres compañeros de los círculos de extrema derecha. En aquel entonces, en 1982, estaba en el trullo por haber lanzado un cóctel molotov a la embajada de la URSS. Tenía amigos comunes con Carminati, otros miembros del NAR. Este mozo se llamaba Gianni Alemanno. Luego siguió en política en el partido postfascista Alianza Nacional, de Gianfranco Fini. Gracias al pacto de esta formación con Silvio Berlusconi, responsable de haber reciclado felizmente a la extrema derecha italiana, acabó de ministro en 2001 y, en 2008, fue elegido… alcalde de Roma. Hasta 2013. Son los años en que emerge la mafia Roma Capitale. Alemanno también está siendo investigado en el caso, aunque asegura que no sabe nada y que su entorno traicionó su confianza.

El día que Alemanno tomó posesión hubo grupetes de fachas eufóricos haciendo el saludo romano enfrente del Ayuntamiento, el histórico Campidoglio, el Capitolio. Otros, más discretos, fueron entrando en los despachos. Y otros, como Carminati, empezaron a hacer llamadas y a forrarse con los contratos públicos.

El círculo facha que rodeaba a Alemanno clamaba al cielo. Al final alguno tuvo que dimitir, como Stefano Andrini, un exnazi skin, ultra de la Lazio, condenado en el pasado por moler a palos con una barra de hierro a dos jóvenes de izquierda. Le habían hecho dirigente de la empresa de basuras. En el equipo de secretaría de la alcaldía ficharon también a un tal Claudio Corbolotti, matón de estadio distinguido y arrestado en los disturbios de un Roma-Lazio en 2004. Además en los años siguientes fueron enchufadas a dedo unas dos mil personas en las empresas municipales y ahí entró de todo. Esta mafia de Roma ha sido una cosa muy fascista, y no deja de ser llamativo que uno de sus principales negocios fuera la gestión de los centros de emigrantes. «Dan más dinero que la droga», dice Buzzi al teléfono en una de sus conversaciones grabadas. Si Buzzi se ocupaba de los negocios de la organización, el brazo militar lo dirigía Riccardo Bruggia, encargado de las palizas y las amenazas. Es otro exterrorista del NAR.

La extrema derecha violenta mezclada con los servicios secretos ya se ha entendido bien en el pasado con las mafias, como la Cosa Nostra. Por ejemplo, el atentado del 23 de diciembre de 1984 contra el tren 904, que causó diecisiete muertos, fue cosa de la mafia siciliana y terroristas neofascistas.

Entre los detenidos, al servicio de esta mafia, están peces gordos como Franco Panzironi, viejo militante de Avanguardia Nazionale, otro grupo neofascista, que llegó a presidente de la empresa municipal de recogida de basuras, el patético coloso AMA. También Luca Odevaine, mano derecha de otro alcalde de Roma, el excomunista Walter Veltroni, en el cargo de 2001 a 2008, y que fue incluso jefe de la Policía provincial y director de Protección Civil. O Riccardo Mancini, consejero delegado de EUR, el gran ente que gestiona el patrimonio inmobiliario de este barrio romano. En fin, estaba en el ajo el jefe de gabinete de Alemanno, un exportavoz de Forza Nuova, formación fundada por antiguos miembros del NAR, y hasta el responsable de la Dirección de Transparencia encargado de evitar la corrupción.

El Ayuntamiento de Roma ha sido siempre un lugar de bastante podredumbre. Se desfondó ruidosamente en 1992, en pleno escándalo nacional de la investigación de Manos Limpias contra la corrupción, cuando la mitad de los concejales fueron detenidos. Los dos partidos hegemónicos, Democracia Cristiana (DC) y socialistas (PSI), cobraban sistemáticamente el 5% de todas las adjudicaciones públicas y cada oficina municipal estaba pringada. Luego salió elegido Francesco Rutelli, que ahora ha recordado aquellos días, cuando llegó a la alcaldía, en una entrevista: «Era una ciudad corrupta. El patrimonio inmobiliario público no estaba censado. No encontré, no digo un ordenador, es que ni un pedazo de papel que me certificara qué inmuebles teníamos. Para que lo comprenda: ningún teléfono del Campidoglio funcionaba. Ningún funcionario respondía al teléfono. Necesitabas un mediador que gestionara tus relaciones. Un conocido, un amigo, un primo, o si no tú, ciudadano, estabas excluido de cualquier derecho». Otra vez la mediación, el negociador de una tierra media. Debo decir que Roma ha mejorado, pero es un ambiente que aún hoy me resulta muy familiar, como a cualquier italiano. En cuanto a Rutelli, considera casi imposible gobernar Roma: «Eres triturado por una máquina mastodóntica en la que es imposible detectar la estafa antes de que se realice. Roma es tan grande, expuesta al sentimiento del placer y a la lógica de la astucia, tan deseosa de negocios y generosa de todo tipo de tráficos…». Ay, Roma.

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