Carceles: ¿hacia la reinsercion?
Publicado: 20 Abr 2005, 21:46
Carceles: ¿hacia la reinsercion?
Illart Ortiz
La situación carcelaria estuvo presente en el primer día de las Jornadas Pedro Arrupe. Ernesto Hernández, miembro de Salhaketa, describió una realidad penitenciaria en la que el hacinamiento, marginación, malos tratos y las deficientes situaciones sanitarias son el pan de cada día. Así, abogaron por impulsar una política «más humanizada»
La Universidad de Deusto inició ayer las VIII Jornadas Padre Arrupe, que este año están dedicadas a profundizar en torno «al cuarto mundo», que es la cárcel. Para arrancar con el ciclo de conferencias y mesas redondas, el grupo de Solidaridad Deusto y Ernesto Hernández, miembro de Salhaketa, ofrecieron un charla que bajo el título ‘‘La cárcel en cifras’’ dio un repaso a la «lamentable realidad penitenciaria que hoy en día vivimos».
«La cárcel es una herramienta de castigo y venganza social contra pobres y personas heterodoxas con el marco legal», así de tajante se mostraba Hernández a la hora de definir estos espacios. Y es que, consideró que actualmente pobreza y cárcel «forman un inquebrantable circulo vicioso».
Consecuencias directas de esta política penitenciaria es que cada vez hay más presos, en el Estado español en 2000 había 45.000 reclusos y hoy en día la cifra se ha situado en 60.000, y que no se aplican políticas de reinserción y socialización. Muy al contrario, «numerosos presos son más peligrosos para la sociedad después de pasar por los centros penitenciarios».
Hernández subrayó que la vida «es extremadamente dura» en las prisiones, «lo que multiplica el rencor del recluso hacia la sociedad, que es la que le ha privado de libertad». Un ejemplo claro de las condiciones extremas de vida son los problemas sanitarios. Los índices de enfermedad son más altos en prisión, «dolencias como la tuberculosis o la sarna, que en la calle se dan en un bajo porcentaje, son bastante frecuentes en la cárcel».
Los malos tratos conforman otra de las patas sobre las que se asienta la actual política penitenciaria. Desde Salhaketa denunciaron que es una práctica «más común de lo que muchos piensan». Además, destacaron que se agrava cuando el preso está en régimen de primer grado, donde se vive una situación de «la cárcel dentro de la cárcel», ya que el prisionero «se pasa 22 horas al día encerrado y no tiene derecho absolutamente a nada».
El pasado año murieron 51 personas en las cárceles del Estado español, y Hernández explicó que «todavía no sabemos la causa de la mitad de los casos». Así, el «oscurantismo» que se vive en torno a las prisiones sigue estando presente. «Los muros de los centros además de privar de libertad a los reclusos, sirven para impedir que desde afuera sepamos que está pasando dentro».
Hernández aseguró que este secretismo «hace actuar a los funcionarios de prisión con total impunidad». Al respecto, señaló que «existen pocos casos de sentencias condenatorias contra funcionarios. La palabra de éstos frente a la de un recluso es la ley. Además, los presos que denuncian alguna irregularidad suelen recibir represalias de todo tipo».
Desde Salhaketa apostillaron que «no interesa cambiar de política», ya que, entre otros factores, «la cárcel es un negocio». «Muchos reclusos sufren situaciones de explotación laboral en los talleres penitenciarios. Se han dado casos de personas que han estado trabajando durante ocho años y al salir a la calle se encuentran que sólo han cotizado dos meses». Asimismo, recalcaron que hay muchas empresas con intereses en los centros penitenciarios.
Por otra parte, cuando un preso termina la condena, «comienza otra distinta en el mundo libre», resaltaron desde el grupo Solidaridad Deusto. «Un ex preso no es tan libre como el resto, pues le supondrá una lacra encontrar trabajo o relacionarse con otras personas».
Nuevas alternativas
Hernández destacó que es necesario buscar nuevas alternativas en la política penitenciaria, «avanzando hacia la extinción de la cárceles». Pero consideró que es un objetivo lejano, por lo que apostó por medidas intermedias.
En primer lugar, abogó por acabar con la tortura «terminado con el aislamiento y grabando todos los interrogatorios». También solicitó la excarcelación de los presos con enfermedades terminales y aplicar una política «más humanizada, en la que el entorno familiar esté más cerca de los reclusos».
gara.net
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-Texto en debate: Delito y castigo en la sociedad libertaria
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... highlight=
Illart Ortiz
La situación carcelaria estuvo presente en el primer día de las Jornadas Pedro Arrupe. Ernesto Hernández, miembro de Salhaketa, describió una realidad penitenciaria en la que el hacinamiento, marginación, malos tratos y las deficientes situaciones sanitarias son el pan de cada día. Así, abogaron por impulsar una política «más humanizada»
La Universidad de Deusto inició ayer las VIII Jornadas Padre Arrupe, que este año están dedicadas a profundizar en torno «al cuarto mundo», que es la cárcel. Para arrancar con el ciclo de conferencias y mesas redondas, el grupo de Solidaridad Deusto y Ernesto Hernández, miembro de Salhaketa, ofrecieron un charla que bajo el título ‘‘La cárcel en cifras’’ dio un repaso a la «lamentable realidad penitenciaria que hoy en día vivimos».
«La cárcel es una herramienta de castigo y venganza social contra pobres y personas heterodoxas con el marco legal», así de tajante se mostraba Hernández a la hora de definir estos espacios. Y es que, consideró que actualmente pobreza y cárcel «forman un inquebrantable circulo vicioso».
Consecuencias directas de esta política penitenciaria es que cada vez hay más presos, en el Estado español en 2000 había 45.000 reclusos y hoy en día la cifra se ha situado en 60.000, y que no se aplican políticas de reinserción y socialización. Muy al contrario, «numerosos presos son más peligrosos para la sociedad después de pasar por los centros penitenciarios».
Hernández subrayó que la vida «es extremadamente dura» en las prisiones, «lo que multiplica el rencor del recluso hacia la sociedad, que es la que le ha privado de libertad». Un ejemplo claro de las condiciones extremas de vida son los problemas sanitarios. Los índices de enfermedad son más altos en prisión, «dolencias como la tuberculosis o la sarna, que en la calle se dan en un bajo porcentaje, son bastante frecuentes en la cárcel».
Los malos tratos conforman otra de las patas sobre las que se asienta la actual política penitenciaria. Desde Salhaketa denunciaron que es una práctica «más común de lo que muchos piensan». Además, destacaron que se agrava cuando el preso está en régimen de primer grado, donde se vive una situación de «la cárcel dentro de la cárcel», ya que el prisionero «se pasa 22 horas al día encerrado y no tiene derecho absolutamente a nada».
El pasado año murieron 51 personas en las cárceles del Estado español, y Hernández explicó que «todavía no sabemos la causa de la mitad de los casos». Así, el «oscurantismo» que se vive en torno a las prisiones sigue estando presente. «Los muros de los centros además de privar de libertad a los reclusos, sirven para impedir que desde afuera sepamos que está pasando dentro».
Hernández aseguró que este secretismo «hace actuar a los funcionarios de prisión con total impunidad». Al respecto, señaló que «existen pocos casos de sentencias condenatorias contra funcionarios. La palabra de éstos frente a la de un recluso es la ley. Además, los presos que denuncian alguna irregularidad suelen recibir represalias de todo tipo».
Desde Salhaketa apostillaron que «no interesa cambiar de política», ya que, entre otros factores, «la cárcel es un negocio». «Muchos reclusos sufren situaciones de explotación laboral en los talleres penitenciarios. Se han dado casos de personas que han estado trabajando durante ocho años y al salir a la calle se encuentran que sólo han cotizado dos meses». Asimismo, recalcaron que hay muchas empresas con intereses en los centros penitenciarios.
Por otra parte, cuando un preso termina la condena, «comienza otra distinta en el mundo libre», resaltaron desde el grupo Solidaridad Deusto. «Un ex preso no es tan libre como el resto, pues le supondrá una lacra encontrar trabajo o relacionarse con otras personas».
Nuevas alternativas
Hernández destacó que es necesario buscar nuevas alternativas en la política penitenciaria, «avanzando hacia la extinción de la cárceles». Pero consideró que es un objetivo lejano, por lo que apostó por medidas intermedias.
En primer lugar, abogó por acabar con la tortura «terminado con el aislamiento y grabando todos los interrogatorios». También solicitó la excarcelación de los presos con enfermedades terminales y aplicar una política «más humanizada, en la que el entorno familiar esté más cerca de los reclusos».
gara.net
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-Texto en debate: Delito y castigo en la sociedad libertaria
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... highlight=