Fusilamientos en Avellaneda: 80 años de represión

La lucha desde dentro y contra la Prisión, reformatorios, centros psiquiátricos, manicomios. Videovigilancia y técnicas de seguimiento y control. Represión contra el movimiento libertario. Situación de l@s menores, represaliad@s, pres@s, excluíd@s...
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SocialismoFederal
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Fusilamientos en Avellaneda: 80 años de represión

Mensaje por SocialismoFederal » 27 May 2012, 23:19

Años 30 Avellaneda, Buenos Aires.

Situación Previa

Avellaneda, por excelencia, siempre fue un barrio industrial y obrero situado al sur de la ciudad de Buenos Aires. Por ende, la influencia anarquista en Avellaneda era muy fuerte. Ademas de ser un barrio con altos indices de inmigrantes viviendo en la ciudad, (españoles, polacos, italianos), la ciudad de Avellaneda se poblo de villas miseria e inquilinatos baratos. La falta de viviendas combinado a las desigualdades sociales crecientes, hicieron que los gobiernos dictatoriales como Uriburu interviniera frecuentemente la ciudad realizando allanamientos, fusilamientos y sabotajes arreglados a dirigentes y militantes anarquistas/socialistas.

Situación de los Anarquistas en el país

La mayoría de los anarquistas expropiadores habían sido neutralizados por el accionar represivo: Severino Di Giovanni, (fusilado); Paulino Scarfó, (fusilado); Miguel Arcángel Roscigna, (preso); Andrés Vázquez Paredes, (preso); Emilio Uriondo, (preso); Umberto Lanciotti, (preso); Fernando Malvicini, (preso); el “capitán” Paz, (preso); Eliseo Rodríguez, (preso); Silvio Astolfi, (herido gravemente); Juan Márquez, (muerto a tiros); Braulio Rojas, (muerto a tiros), y otros más que habían quedado fuera de combate.

Desarrollo de los asesinatos

Juan Antonio Morán -que integraba la Federación Obrera Marítima- se vio envuelto en la huelga contra la empresa naviera Mihanovich. La patronal reclutaba obreros rompehuelgas que eran protegidos por cuadrillas de la Liga Patriótica Argentina y otros grupos parapoliciales. Los incidentes portuarios se sucedían constantemente. El 12 de octubre de 1928 por la tarde, Juan Antonio Morán se enfrentó a tiros en un bar de la calle Pedro de Mendoza y Brandsen, en el barrio porteño de La Boca, con una treintena de hombres de la empresa Mihanovich dirigidos por los paraguayos Luciano Colman y Pablo Bogado, que terminaron muerto y herido grave, respectivamente.
Morán fue detenido, pero la justicia no encontró ningún testigo que lo acuse, saliendo libre meses después. Paralelamente a su actividad sindical, presidiendo asambleas, y discutiendo con los representantes patronales, Morán se había vinculado al grupo de anarquistas expropiadores y militantes de acción del anarquismo, entre ellos Severino Di Giovanni y Roscigna. Morán era reconocido por su audacia y decisión entre sus compañeros, participando en numerosos asaltos y atentados explosivos.

Reacción y venganza

Durante la dictadura de José Evaristo Uriburu, fue designado el mayor José W. como "Interventor Policial de Avellaneda", un título inventado para la situación represiva que se vivía entonces. Avellaneda, era la zona esencialmente industrial y obrera, donde los anarquistas tenían gran influencia. El presidente Uriburu le dio la orden a Rosasco de "limpiar Avellaneda." Rosasco realizó unas numerosas redadas, y ordenó fusilamientos sumarios, torturas a militantes, deportación de extranjeros y el envío de militantes anarquistas al penal de Ushuaia.

Morán y Gino Gatti se asociaron a otros anarquistas de acción como Julio Prina, el “nene” Lacunza y el “gallego” González. En la noche del 12 de junio de 1931, el mayor Rosasco -luego de detener en una redada a 44 anarquistas- estaba cenando en un restaurante acompañado de Eloy Prieto, secretario de la comuna de Avellaneda.

"Cuando habían terminado el primer plato, paró un automóvil del que bajaron “cinco individuos correctamente vestidos”. Uno de ellos se sentó a una mesa cercana a la puerta y los otros cuatro siguieron al fondo, como para pasar al patio. En ese momento el mayor Rosasco reía a carcajadas por una broma, cuando de improvisto los cuatro individuos se pararon frente a la mesa. Uno de ellos se adelantó, tenía aspecto de criollo, era musculoso, un verdadero toro físicamente, y dirigiéndose a Rosasco le dijo: "Porquería."
Rosasco se fue poniendo de pie lentamente mientras sus ojos se salían de las órbitas. El desconocido -era Juan Antonio Morán- sacó, con la misma lentitud que el otro se iba parando, una pistola 45 y ale disparó cinco certeros balazos, todos ellos mortales. De inmediato emprenden la fuga y, para cubrirla, Julio Prina reparte unos cuantos tiros que hieren levemente a un mozo y a Prieto.
Y aquí ocurre otro acto del drama. Al salir, uno de los anarquistas trastabilla y cae estrepitosamente rompiendo el vidrio de una de las vidrieras. Sus demás compañeros lo aguardan ya en el coche, creyendo que se trata de un accidente pequeño, pero no era así. El muchacho es -Lacunza- no se levanta, está muerto. Los anarquistas vuelven apresuradamente y recogen el cadáver del compañero, metiéndolo como pueden en el auto. Y parten velozmente."(Osvaldo Bayer).

El asesinato de Rosasco conmocionó al régimen dictatorial, que celebró las exequias y homenajes fúnebres como si se tratase de un primer mandatario, con desfiles militares y aéreos. Detuvieron a numerosos anarquistas, pero nunca encontraron pruebas que incriminasen a los verdaderos autores. No obstante, sospechaban de Juan Antonio Morán y su grupo. El 28 de junio de 1933 fue detenido por la policía mientras dormía en una casa de la Avenida Mitre en Avellaneda. Morán es alojado en la Cárcel de Caseros.

En los primeros días de mayo de 1935 los jueces sobreseen por falta de pruebas en todos los casos a Juan Antonio Morán. Pero algo raro ocurre. A Morán lo han sacado varías veces de la celda y ante él pasan varios desconocidos que lo miran detenidamente. Son empleados de investigaciones que lo están semblanteando.

"El 10 de mayo le comunican a Morán que en seguida va a recuperar su libertad. Sus compañeros anarquistas de la cárcel le aconsejan que no salga de la cárcel hasta avisar a un abogado. Pero eso sería demostrar miedo y Morán no lo tiene. Y firma su libertad, su sentencia de muerte. Las puertas de la prisión se abren, Morán respira hondo. Camina dos pasos y allí mismo es brutalmente tomado de la nuca, de los brazos y de las piernas, levantado en vilo y metido en un auto que parte a gran velocidad.

Dos días después, en un sendero de tierra de General Pacheco, un boyero encuentra el cadáver de un hombre. Tiene un solo balazo: en la nuca. Pero su cuerpo está horriblemente martirizado. Tardan en identificarlo: es Juan Antonio Morán, el anarquista."
(Osvaldo Bayer)
Durante el entierro de Morán los anarquistas organizaron una manifestación con oradores, que clamaba indignada una vidicación por el asesinato. Nunca se esclareció el asesinato, aunque se supone que fue ejecutado por parapoliciales a las órdenes del comisario Fernández Bazán.

Principios de siglo XX: Tras los sucesos del 19 y 20 de diciembre de 2001, que había provocado la renuncia del presidente Fernando de la Rúa y una serie de sucesiones presidenciales, los movimientos sociales tenían un gran crecimiento: se acercaban vecinos masivamente en cada barrio en donde ya estaban organizados; gente de nuevos y distintos barrios se incorporaban a estos movimientos.

El 2 de enero de 2002 había asumido la presidencia de forma interina Eduardo Duhalde, quien había ordenado una devaluación del peso argentino, medida que en un principio agudizó la crisis, pero luego significó una ventaja en la competencia a la hora de exportar.

El 26 de junio de 2002, las principales organizaciones de desocupados del país se plantearon desarrollar la primera jornada de presión para conseguir un aumento general del salario y una duplicación de 150 a 300 pesos en el monto de los subsidios para los desocupados; más alimentos para los comedores populares; y en solidaridad con la fábrica ceramista Zanón ante el peligro de ser desalojada. Los movimientos piqueteros programaban cortar, en Buenos Aires, los principales puentes de acceso a la Capital Federal.

El reclamo piquetero que cortó varios accesos a Buenos Aires fue reprimido con balas de goma y balas de plomo por un operativo conjunto entre la Policía Federal, la Policía de la provincia de Buenos Aires, la Gendarmería Nacional Argentina y la Prefectura Naval Argentina.
Una cámara filmó el momento en que dos efectivos de la policía provincial dispararon sobre Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, que en ese momento se encontraban separados del resto de los manifestantes.
Además de los piqueteros asesinados, hubo 34 personas comprobadas heridas con balas de plomo.

Octubre del 2010: Mariano Ferreyra de tan sólo 23 años de edad entonces dirigente de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) y militante del Partido Obrero desde los 13 años fue muerto por las balas de la burocracia sindical. En una manifestación de trabajadores tercerizados donde se exigía el pase a la planta permanente en la Línea Roca, Mariano Ferreyra recibió un disparo en el pecho producto de la represión de un grupo de afiliados a la Unión Ferroviaria.

Su muerte fue lamentada en todo el país y el nombre y el rostro de Mariano Ferreyra invadieron banderas, graffitis, stencils, páginas de internet y marchas, convirtiéndose en un símbolo de las luchas obreras y de los derechos humanos.

Actualmente, el juicio por su asesinato se encuentra en curso y, además de José Pedraza, secretario de Cultura, Ciencia y Técnica de la CGT y secretario general de la Unión Ferroviaria hay otros 9 acusados, entre los que se encuentran el segundo de la UF, Juan Carlos Fernández, el barrabrava Gabriel Favale, supuesto autor material del crimen, los delegados gremiales Pablo Díaz, el barrabrava Gustavo Sánchez, y los trabajadores ferroviarios Juan Carlos Pérez, Salvador Pipito, Jorge González y Guillermo Armando Uño.
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