EL MUNDO COMO CARCEL

La lucha desde dentro y contra la Prisión, reformatorios, centros psiquiátricos, manicomios. Videovigilancia y técnicas de seguimiento y control. Represión contra el movimiento libertario. Situación de l@s menores, represaliad@s, pres@s, excluíd@s...
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Invitado

EL MUNDO COMO CARCEL

Mensaje por Invitado » 03 Jun 2002, 12:36

"...existimos todos en un ambiente de catástrofe .../... La existencia es siempre extrema y el esfuerzo por existir, ya de por sí, megalómano... sin embargo es un verdadero arte". (1)

El presente escrito, no pretende ser ni un tratado científico, ni una guía para iniciad@s o profan@s; sino más bien, sólo un pequeño esfuerzo reflexivo, personal aunque no original, sobre la cotidianeidad de nuestras vidas y nuestros actos, y que con visceral irreverencia intenta golpear en esas "razonables" formas con las que el poder se reviste y confiere a todas sus instituciones, para convertir nuestras vidas en un abominable simulacro. Para conseguir que esta transformación, en parte maquillaje, en parte ortopedia y en parte espectáculo, consiga su objetivo, necesita de la inestimable colaboración de cada uno de l@s individu@s que conformamos la supuesta sociedad libre. Para ello, el sistema, elaborando cada vez mecanismos más progresados, tecnológicos y sutiles, intentará extender y reproducir su educación correctiva, desde nuestra más incipiente infancia, no abandonando esta tarea mutiladora, en ninguna de las etapas de nuestro desarrollo y contando para ello con todas las instituciones que, por lógica de nuestro crecimiento y evolución, nos iremos encontrando a lo largo de este degradante proceso de aniquilación de la vida.

"... nos han destruído y aniquilado y destruído y aniquilado siempre para toda la vida, y la verdad es que, en el mundo, nos encontramos siempre con seres destruídos y aniquilados para toda la vida, en sus primeros años, por sus progenitores como padres ignorantes y viles y faltos de ilustración". (2)

La metáfora de la cárcel, heredera del más humanista y científico confinamiento de los manicomios, nos sirve como un referente que se reproducirá, con mayor o menor grado de brutalidad o sutilidad, en cada uno de nuestros ciclos vitales y en todas las instituciones sociales (familia, escuela, pareja, sindicato, trabajo, universidad, cuartel, hospital, manicomio, asilo, ...), en las que todo estará dispuesto de manera que el escenario destruya al individu@. Así cabe que, cuando de la sociedad surja la posibilidad de "abolir" las prisiones, sea porque toda ella se haya transformado ya, en una enorme cárcel.

"... sólo a una vida turbada o una existencia turbada, una vida turbada o una existencia turbada y una vida aniquilada o una existencia aniquilada, turbadas y perturbadas y aniquiladas. No hay padres en absoluto, sólo hay criminales como procreadores de nuevos seres, que actúan contra esos seres procreados por ellos, con toda su insensatez y embrutecimiento, y en esa criminalidad son apoyados por los gobiernos". (3)

Todo este proceso de destrucción, se inicia al poco tiempo de nacer, cuando empezamos a descubrir sin razonar, como en nuestro propio entorno familiar se establecen relaciones elementales en las que se ponen de manifiesto la existencia de múltiples e invisibles "estructuras" jerárquicas, de sometimiento, de autoridad, de orden, de dependencia... (entre otras muchas), que, por desconocimiento, se entenderán como "naturales"; y por ello, las reproduciremos como si esas fuesen las únicas formas posibles de establecer nuestras relaciones. El padre, hombre, de acorazados sentimientos, lo situaremos en la parte más alta de nuestros temores; mientras que la madre, mujer y por debajo de él, será tan accesible que en ocasiones pensaremos que es sólo una prolongación nuestra. Con l@s herman@s, también se reproduce ese sordo juego de poder y dominación, en el que influirá de manera decisiva la edad y el género. Posteriormente, estas relaciones tendrán continuidad en la escuela, donde se nos inculcarán con aparente "naturalidad", todo un abominable ritual de degradación, viendo en el/la maestr@, un inconsciente, pero amenazante, elemento más de orden, autoridad, jerarquía, poder... Además, en esos escenarios, nos educarán en la segmentación del tiempo, algo de vital importancia para poder marcar futuros ritmos productivos entre los que se creará el falso contraste entre ocio y actividad (escolar, laboral,...); además, cada uno de nuestros pasos dentro de la institución docente, aparecerán recogidos en los informes escolares, con infame intrusión en nuestra intimidad. Padre, madre, maestr@s y educadores/as, nos inculcarán la dualidad moral del bien y el mal y nos introducirán en el sórdido "juego" del premio o el castigo. Imbuíd@s por el temor y el desconocimiento de relaciones de igual a igual, conformamos mentalmente nuestro mundo psicológico, llenándolo de estos estigmas de muerte, con el reducido esquema conductista de la respuesta condicionada.

"Los policías y los maestros despedían mal olor por la superficie de la tierra... Los maestros no eran más que deformadores, destructores, demoledores. Enviamos a nuestros hijos a la escuela para que se vuelvan tan repulsivos como los adultos que encontramos a diario en la calle. La escoria". (4)

Por todo ello, si se rompe ese falso equilibrio del orden social, de forma aparentemente "natural" aparecerá un sentimiento de culpa, hecho que será de fundamental importancia a la hora de optimizar económicamente el sistema de control al erigirnos en nuestro propio vigilante, del cual, ya no necesitaremos distinguir su figura, sino que sólo con su recuerdo, se producirán los mismos efectos (panoptización social).

"El hombre no tiene derecho, jamás, a hablar de criminales, nadie ni nada, ...se trata, como en el caso de los demás, de enfermos, de personas enfermas por la sociedad, y la sociedad entera no es más que centenares de millones de personas en sí mismas enfermas, sólo que unos, los infelices y los más infelices, los calumniados y engañados y cubiertos de burla y desprecio y de toda bajeza y de toda suciedad humana, son encerrados y los otros no". (5)

A esa cultura punitiva, añadiremos todo el entramado policial y judicial, a los que identificaremos con las figuras de orden, bien e intimidación; porque orden, bien e intimidación son a su vez algunos de los fundamentos que desde nuestra mórbida moral proyectamos en cada una de las instituciones sociales, políticas, económicas, que nos hacen ser un@ con el sistema. Tod@ individu@ ha desarrollado un policía, un juez, un estado en su interior y a través de él, elabora todos sus miedos y prejuicios sociales. En ocasiones este tirano interior, que emula a los exteriores, se presenta emboscado, dificultando la identificación de sus manifestaciones. Al aparato policial represivo, se le unen grupos de miserables profesionales que con sus arrogantes ciencias, convencidos de que este sistema es el único posible, colaboran ciégamente con el poder en estudios del comportamiento humano, en la ortopedia o castigo social, en el tipo de relaciones y en cómo deben de ser los escenarios y los protocolos de las jerarquías en los que se deben de establecer éstas, para reafirmarse constantemente. Por otra parte, l@s individu@s ignorantes de la posibilidad de otras relaciones, reproducen los mismos esquemas que el propio sistema ha ido germinando dentro de ell@s, así, difícilmente, habrá otra respuesta diferente a la esperada. Adoptamos los roles establecidos, con mayor o menor convicción, y mientras, identificamos ciertas características que han servido para perpetuar el sistema, como propias.

"...un ser humano en una criatura indigna, que no puede reconocerse ya como humano.../... y así tenemos siempre, donde quiera que miremos, sólo ideas aniquiladas en el mundo, todo, tenemos que decir razonablemente, es sólo ideas aniquiladas.../... Aquí estaba todo enfermo, separado de la vida, excluído, concentrado en la muerte, orientado a ella". (6)

Pero nada de esto se podría llevar a cabo con cierta efectividad, sin la creación de escenarios de espectáculo y de simulación. Vivimos en una sociedad de libertades simuladas y permanecemos inquiet@s y atrapad@s por la fascinación que produce ese espectáculo que llena el tiempo vacío, al que nos condena la cultura de la muerte en la que se inspira el sistema. Como no podemos vivir, al tener las libertades mutiladas, nos ofrecen la posibilidad de dar rienda suelta a nuestras emociones y pasiones en las grandes superficies de consumo o en los multitudinarios y megalómanos acontecimientos "culturales" o "deportivos", todo ello, porque ese es un inmenso negocio, al que sólo podemos asistir como espectadores de otras vidas. Y para sentir, o para poder tener acceso a ellos, necesitamos entregar una vez más, nuestra vida a la explotación del trabajo, que es lo más parecido a la negación de la vida, a la muerte; de tal manera que el trabajo se convierte en "no vida" y la "no vida" en trabajo, girando cada uno de nuestros momentos sobre esta actividad productiva o en situaciones que se desprenden o dependen de ella, como por ejemplo, el consumo compulsivo de todo tipo de nuevos productos o de nuevas actividades de ocio (somatización social).

"...durante toda mi vida he aborrecido la ligereza, como he aborrecido la facilidad, durante toda mi vida nada me ha resultado tan odioso como la falta de esfuerzo .../... la falta de esfuerzo con que la masa se atreve a existir, aunque en cada una de sus manifestaciones niegue esa falta de esfuerzo". (7)

Llegados a este punto, alguien se podría preguntar dónde están esas relaciones entre nuestras "vidas" y la "vida" de una persona en prisión. Intentaré ser más directo y explícito. Imaginémos a una persona que cae presa y que es llevada a un centro penitenciario. Actualmente ya no se reproduce esta situación tal fielmente, porque los sistemas son más complejos y sutiles de descubrir. Pero el ejemplo que voy a proponer, pienso que será de fácil comprensión. Esta persona al llegar a la prisión, es despojada de sus ropas. Después le hacen que se dé una ducha y acto seguido le suministran un uniforme de la institución (esto, como decía, ya no es así, pero es tremendamente ilustrativo). De pequeñit@s, cuando íbamos al colegio, también nos uniformaban; decían que era el uniforme de la escuela y luego descubríamos que a lo sumo, había una gama muy limitada de posibilidades de uniformar a los niños y a las niñas. Esa despersonalización, es un paso fundamental a la hora de introducirnos la "educación" que pretende el sistema. A l@s niñ@s, no necesitan ducharl@s, porque no incorporan un bagaje de experiencia personal excesivo, a parte del genético, pero incluso éste puede ser manipulado con tecnologías de ingenieria genética. Despojad@s de todo, desnud@s, nos sentimos mucho más vulnerables, incluso ante una mirada que no nos intimidaría si estuviésemos con nuestras ropas. Despersonalizar es una de las primeras fases, para destruir nuestras propias convicciones y para reeducar y alojar las "suyas", propiciando un cambio íntimo, una "estrangulación" del pensamiento. ¿Qué características debe tener ese "pensamiento"a adoptar?. Pues eso dependerá de las exigencias del guión político y social que estemos viviendo en esta farsa de vida, pero fundamentalmente debe incorporar ingentes dosis de sumisión y eliminar toda duda o sentido crítico, porque así siempre se manifestará dispuesto a hacer o asumir lo que sea y para conseguirlo, es necesario pasar por todo ese proceso de degradación, sometiendo a las personas a contínuas humillaciones; sin afecto, sin apoyo, sin amor, en una espantosa soledad, el temor, la vulnerabilidad y la confusión abrirán las puertas que llenarán de amargura nuestras vidas. Tanto a la persona presa, como al escolar, se le habrá abierto una ficha, en la que se irán incorporando y registrando cotidianamente, cada una de las vivencias y aspectos personales de interés para el vigilante o instructor, quedando de esta manera, toda la intimidad y su pasado, en manos de vigilantes y educadores.

"...luego había comprendido de pronto que ese encanto, como se dice, estaba podrido, que esa belleza, en el fondo era repulsiva y que los seres humanos que había en esa belleza repulsiva, eran abyectos". (8)

En la escuela como en la prisión, niñ@s y pres@s, mantienen una dependencia absoluta de maestr@s y carceleros, pues todos sus ritmos vienen marcados por ellos. Cuando tengamos edad como para movernos, por nuestros propios medios, seremos identificados y nuevamente clasificados con un número de identidad y cuando seamos un poco más adultos, y entremos en la primera actividad productiva, pasaremos a engrosar las listas de números de la seguridad social. Eso mismo le sucede al preso, que en prisión, es poco más que un número de identificación o en el mejor de los casos, un "alias" que ni tan siquiera es exclusivo. Todas estos números, corresponden a expedientes que uno a uno nos desmenuza y disecciona y que entre todos ellos juntos, elaboran un importante mapa de pautas, conductas, debilidades... y recorridos emocionales, que nos definen y que llegado el caso, podrían convertirse en un eficaz instrumento de control. Se podría decir sin ningún tipo de dudas, que las prisiones son además centros en los que se llevan a cabo diversas experimentaciones con seres humanos y que algunos de los resultados de esas experimentaciones, son adaptados y aplicados en la sociedad, en las empresas, en las escuelas,...

"La vida no es más que el cumplimiento de una pena, me dije, y tienes que soportar el cumplimiento de esa pena. Durante toda la vida. El mundo es un establecimiento penitenciario con muy poca libertad de movimientos. Las esperanzas se revelan como un sofisma". (9)

Por todo ello me atrevo a afirmar que el Reglamento Penitenciario, no es ni más ni menos que una especie de normativa laboral o docente y viceversa, con la particularidad de que sólo el Reglamento Penitenciario reconoce explícitamente que se regirá bajo un régimen disciplinario. Esto no significa que en el trabajo o en la escuela un@ pueda hacer lo que le dé la gana o no pueda ser expedientado o sancionado, sino al contrario, todo "exceso" que no esté recogido en las normativas, será oportunamente castigado. En definitiva, que el castigo es siempre el castigo y la ley lo que hace es sancionar los comportamientos que no reconoce como correctos o que no le interesan para su finalidad y para ello aplica la norma correctora, ortopédica, en cada situación la suya e incluso en ocasiones las de un escenario pasan al otro y viceversa, con lo cual ponen en evidencia que actualmente la vida en "libertad" o en encierro, mantienen estructuras comunes.

"El arte de existir contra los hechos, dice Oehler, es el arte más difícil. Existir contra las cosas quiere decir existir contra lo insoportable y contra lo espantoso, dice Oehler. Si no existiéramos siempre contra las cosas, sino siempre con los hechos, dice Oehler, perecemos en el plazo más breve". (10)

Para concluir, y en resumen, quisiera reiterar, que estamos expuest@s a una prisionerización social, en la que el sistema, el poder que lo mantiene, necesita de mecanismos cada vez más sofisticados para conseguir el control y la vigilancia de cada una de nuestras vidas, creando auténticos simulacros de libertad en ciudades panópticas y somatizando a las masas con grandes espectáculos vacíos. Para todo ello cuenta con la colaboración de la ciencia y con la experiencia de ingentes cantidades de especialistas en el comportamiento humano, que sugieren la aplicación de determinados estímulos, para obtener las respuestas adecuadas. Para las "minorías" que no respondan corréctamente a los estímulos o que no se adapten a sus programas de pensamiento único, se reserva otra forma más descarnada de aniquilamiento, pero no en la medida de una extinción definitiva, sino en una lenta y destructora agonía simulada entre los programas de reinserción o rehabilitación, que condicionarán la posibilidad de que surjan entre otras personas, respuestas similares. Así, en una muerte en vida, sin posibilidad de expresar sentimientos y pasiones salvo por las cosas y el espectáculo, se nos niegan los profundos sentimientos de amor que inspiran a tod@ rebelde y nos convierten en fieles peones de este macabro ajedrez que transforma nuestras vidas en siniestras cuadrículas en blanco y negro.

"La señal más cierta de mi servidumbre es mi temor de vivir .../... A la luz de mis actos me doy cuenta que el objetivo de toda mi vida ha sido labrar mi propia desdicha. Lo que podría traerme libertad me trae esclavitud y cargas en vez de pan.../...El mundo es más fuerte que yo. A su poder no tengo otra cosa que oponer sino a mí mismo, lo cual, por otro lado, lo es todo. Pues mientras no me deje vencer yo mismo soy también un poder. Y mi poder es terrible mientras pueda oponer el poder de mis palabras a las del mundo, puesto que el que construye cárceles se expresa peor que el que construye la libertad". (11)


1.- Tomas Bernhard
2.- Tomas Bernhard
3.- Tomas Bernhard
4.- Tomas Bernhard
5.- Tomas Bernhard
6.- Tomas Bernhard
7.- Tomas Bernhard
8.- Tomas Bernhard
9.- Tomas Bernhard
10.- Tomas Bernhard
11.- Stig Dagerman

end

:o

Invitado

Mensaje por Invitado » 03 Jun 2002, 12:42

fuga de la sociedad carcel!!
desde el 4º grado. :wink:

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