Polémica sobre el Decrecimiento: Vicenç Navarro y A. Turiel

Conservacionismo, Antidesarrollismo, cuestionamiento de la tecnología, naturismo, alternativas al sistema industrial capitalista, cambio climático...
Responder
Avatar de Usuario
Rorschach
Mensajes: 277
Registrado: 27 Oct 2008, 18:41

Polémica sobre el Decrecimiento: Vicenç Navarro y A. Turiel

Mensaje por Rorschach » 07 Feb 2014, 16:20

Los errores de las tesis del decrecimiento económico

xVicenç Navarro

Una característica de los movimientos ecologistas en Europa es su enorme diversidad ideológica, lo cual se considera como una de sus fortalezas, cuando, a mi entender, podría ser una de sus debilidades. Un número considerable de ellos muestra una sensibilidad maltusiana, que asume que los recursos naturales, como por ejemplo, los recursos energéticos, son fijos, constantes y limitados, concluyendo con ello que el crecimiento económico es intrínsecamente negativo, pues consume unos recursos limitados que se irán agotando con el tiempo, creando una crisis global (ver mi artículo “El movimiento ecologista y la defensa del decrecimiento”, Público, 29.08.13). Estos movimientos han sido muy influenciados por Paul Ehrlich, el fundador del ecologismo conservador.

En Europa, sin embargo, parece desconocerse el movimiento ecologista de claras raíces socialistas (que lideró Barry Commoner, al que considero uno de los personajes más lúcidos que ha tenido el movimiento ecologista a nivel mundial). Barry Commoner alertó de las consecuencias reaccionarias que el maltusianismo puede tener. Y una de ellas es el movimiento a favor del decrecimiento, aun cuando, incluso ahí, depende de lo que se utilice para definir decrecimiento. El decrecimiento no es un concepto que pueda definirse sin conocer qué es lo que está creciendo o decreciendo. No es lo mismo, por ejemplo, crecer a base del consumo de energía no renovable, que crecer a base del consumo de energía renovable. Y no es lo mismo crecer produciendo armas que crecer produciendo los fármacos que curan el cáncer. El hecho de que haya una u otra forma de crecimiento es una variable política, es decir, depende de las relaciones de poder existentes en un país y de qué clases y grupos sociales controlan la producción y distribución de, por ejemplo, la energía. Barry Commoner solía mostrar cómo en Estados de EEUU en los que había habido gran consumo de energía contaminante no renovable, este consumo había variado a consumo de energía renovable, creando con ello incluso más crecimiento económico. El punto de debate no es, pues, crecimiento o no crecimiento, sino qué tipo de crecimiento, lo que es consecuencia de quién controla tal crecimiento. Este es el punto clave. Como señaló Commoner, las fuentes de energía han ido variando históricamente y ello no ha sido resultado de cambios tecnológicos (como por regla general se explica), sino de cambios políticos. Utilizar una forma u otra de energía es un proceso determinado políticamente.

El desconocimiento de la historia del socialismo

Esta es la realidad ignorada por los maltusianos, que desconocen también el enorme debate que ha tenido lugar sobre este tema en la historia del socialismo. En los primeros albores de las revoluciones socialistas, se creyó que el socialismo era la lucha por la distribución de la riqueza creada por los medios de producción, a los cuales se los suponía intrínsecamente positivos, meros instrumentos del progreso. Fue más tarde que se cuestionó este supuesto (que alcanzó su máximo exponente en la Unión Soviética), pues estos medios de producción reflejaban también los valores de los que los habían diseñado. Una fábrica de automóviles, por ejemplo, refleja unos valores que determinan cómo, cuándo y dónde se realiza la producción de bienes y servicios en esa empresa. Y estos valores eran los dominantes en la sociedad capitalista que había creado dichos medios. La protesta frente a esta interpretación del socialismo quedó expresada en el famoso eslogan de que “el socialismo no es capitalismo mejor distribuido”. Mi libro (conocido en el mundo anglosajón) crítico del productivismo en la Unión Soviética, Social Security in the USSR, Lexington Books, 1977, criticó este productivismo, prediciendo, por cierto, el colapso del sistema soviético. El libro fue prohibido en la Unión Soviética, considerándoseme como persona non grata.

Uno de los puntos que subrayé en aquel libro era que el socialismo tenía que cambiar no solo la distribución de los recursos, sino la forma y tipo de producción. Y para que ello ocurriera era fundamental cambiar las relaciones de poder en el mundo de la producción (con la democratización de la producción, que es distinto a su estatalización) y cambiar el motor del sistema, de manera que el afán de lucro se sustituyera por el afán de servicio a las necesidades humanas, definidos democráticamente. Este fue uno de los debates más vivos que ha habido dentro de la sensibilidad transformadora socialista. Los debates sobre el significado de la revolución cultural china, por ejemplo, con la victoria en aquel país de los sectores capitalistas dentro del Estado chino, condujeron a la China actual, en donde el afán de lucro y el tipo de producción que condiciona han dominado aquel proceso, creando unas enormes desigualdades a la vez que crisis ecológicas.

Es obvio que un gran número de proponentes de las teorías del decrecimiento desconocen esta historia. Así, cuando Florent Marcellesi (“La crisis económica es también una crisis ecológica”, Público, 09.10.13) señala que el socialismo y el capitalismo son igual de insensibles a la necesidad de cambiar el tipo de producción y consumo, está ignorando estas discusiones dentro del socialismo. Es más, me pone a mí una etiqueta errónea, estereotipando lo que según él un socialista es y/o piensa. Me critica por pertenecer a la visión productivista del socialismo, visión que precisamente he criticado mucho antes y más intensamente que él. Marcellesi escribe “Vicenç Navarro afirma por ejemplo que ‘si los salarios fueran más altos, si la carga impositiva fuera más progresiva, si los recursos públicos fueran más extensos y si el capital estuviera en manos más públicas (de tipo cooperativo) en lugar de privadas con afán de lucro, tales crisis social y ecológica (y económica y financiera) no existirían’”. Esta frase está extraída de un artículo mío que señalaba cómo salir de la crisis. Florent Marcellesi indica que ello no es suficiente para prevenir el supuesto agotamiento energético, y por lo tanto las crisis económicas y ecológicas, pues añade que “incluso si redistribuyéramos de forma equitativa las rentas entre capital y trabajo, y todos los medios de producción estuviesen en manos de los trabajadores, la humanidad seguiría necesitando los 1,5 planetas que consume hoy en día”.

Para llegar a esta conclusión (de que el cambio del proyecto capitalista a uno socialista no resuelve el problema, pues los dos, el capitalismo y el socialismo, creen en el crecimiento económico que agotará los recursos), Marcellesi asume erróneamente que yo estoy reduciendo el proyecto transformador (mi propuesta de cómo salir de la crisis) a una mera redistribución de los recursos, sin cambiar ni el tipo ni la forma de los medios de producción, ignorando no solo mis escritos, sino también la extensa bibliografía científica sobre la transformación del capitalismo al socialismo, cosa que ocurre con gran frecuencia entre ecologistas conservadores que, como he dicho antes, desconocen los intensos debates sobre los temas tratados derivados de otras sensibilidades políticas y de otros tiempos. Es obvio que Florent Marcellesi desconoce la historia del socialismo, y me pone en la casilla errónea (en la casilla productivista, a fin de poder llegar a sus conclusiones). Como he indicado, he sido una de las voces más insistentes en cambiar el tipo de producción en el proyecto de transformación socialista, y no se da cuenta de que la frase a la cual él hace referencia, sintetizando mi postura, tiene los dos elementos –democracia y cambio del motor del sistema- que rompen con el determinismo productivista que erróneamente me atribuye. No es mi objetivo polemizar con tal autor y ahora figura política, sino responder a críticas al socialismo basadas en un desconocimiento de su historia.

El determinismo energético no puede sustituir al determinismo político

Otro punto que considero importante esclarecer es que los cambios de producción pueden ya ocurrir dentro del capitalismo. El socialismo no es un sistema económico-político que toma lugar el año A, día D, con la toma del Palacio de Invierno, sino que se hace y deshace diariamente ya en el capitalismo. Y es ahí donde todo el movimiento a favor del decrecimiento parece ignorar un hecho bastante elemental, y es, como he indicado anteriormente, que el problema no es el crecimiento, sino el tipo de crecimiento. De nuevo, Barry Commoner mostró cómo la utilización de nuevas tecnologías (cuya producción también determina el crecimiento económico) ha permitido poder utilizar ríos en EEUU que eran antes totalmente inhabitables. Y, una vez más, Barry Commoner muestra también como han aparecido muchas formas de energía, que son renovables, que sustituyen a las más tradicionales no renovables, y que también determinan el crecimiento. El problema no es que no haya formas de energía alternativa, sino que estas están controladas por los mismos propietarios que las no renovables. En un momento de enormes crisis, con crecimiento casi cero, que está creando un gran drama humano, las voces a favor del decrecimiento parecen anunciar que ello es bueno, pues así salvamos el planeta. No se dan cuenta de que están haciendo el juego al mundo del capital responsable de las crisis económica y ecológica.

Por último, varias aclaraciones a bastantes afirmaciones sorprendentes que se están haciendo por portavoces maltusianos sin ninguna evidencia que las avale. No es cierto que el encarecimiento del petróleo y de las materias primas se deba a su escasez. Y tampoco es cierto que la crisis hipotecaria se debiera al crecimiento del precio del petróleo. La crisis financiera ha sido muy estudiada y no puede atribuírsela al crecimiento del precio del petróleo y a la inflación que creó. Y tampoco es cierto que la crisis profunda de los países del sur de Europa se deba a la falta de energía. Este determinismo energético (que la energía es la que condiciona todo lo demás) ignora que son las relaciones de poder, derivadas de la propiedad de la producción y distribución de bienes y servicios, las que configuran la crisis actual (ver mi artículo “El conflicto capital-trabajo en las crisis actuales”, El Viejo Topo, octubre 2013). El hecho de que dichos países estén en crisis se debe al enorme poder que el capital tiene en ellos a costa del mundo del trabajo, poder que se manifiesta en el tipo de producción (incluida la de la energía que se utiliza y consume). La solución pasa por un cambio en estas relaciones de poder, con la democratización del Estado, que originaría no solo una nueva redistribución, sino una nueva producción. Y es en esta estrategia, donde el socialismo y el movimiento ecologista progresista pueden aliarse e incluso converger. Es una lástima que los escritos de Paul Ehrlich, que reflejan la visión conservadora maltusiana del ecologismo (y que paradójicamente recibió un premio de la Generalitat de Catalunya durante la época del tripartito), sean conocidos, mientras que los de Barry Commoner, el fundador del movimiento ecologista progresista en EEUU, apenas sean conocidos en nuestro país. Es un indicador más del conservadurismo que existe en la vida intelectual y política del país.

http://blogs.publico.es/dominiopublico/ ... economico/
Última edición por Rorschach el 07 Feb 2014, 16:23, editado 1 vez en total.

Avatar de Usuario
Rorschach
Mensajes: 277
Registrado: 27 Oct 2008, 18:41

Re: Polémica sobre el Decrecimiento: Vicenç Navarro y A. Tur

Mensaje por Rorschach » 07 Feb 2014, 16:22

Antonio Turiel escribió:Revista de prensa: Vicenç Navarro en Dominio Público, 6 de Febrero de 2014

El Catedrático de Ciencias Políticas Vicenç Navarro ha publicado en el día de ayer un artículo en el blog Dominio Público titulado "Los errores de las tesis del decrecimiento económico". Varias personas me lo han hecho notar y me han pedido que haga una crítica formal y fundamentada del mismo. No es la primera vez que algún lector me solicita algo parecido. Por lo general los lectores me piden que desmonte algún artículo hábilmente escrito por un gestor de fondos con intereses en algún sector energético en el cual se hace una burda y descarada engañosa publicidad de su producto; contestar a esos artículos es un ejercicio de futilidad, porque el público objetivo de los mismos nunca leería un blog como éste. Sin embargo, el artículo del profesor Navarro no es una grosera manipulación de la realidad sino un ejercicio intelectual honesto para sentar las bases de la discusión de una cuestión candente, y los lectores de ese medio podrían ser también sensibles a lo que aquí se escribe. Como quiera que además me siento aludido por el párrafo final de su artículo, he creído que merecería la pena discutir aquí el artículo del profesor, siempre desde el respeto a su trayectoria profesional e intelectual.

En su artículo el profesor Navarro detalla por qué cree que el movimiento por el decrecimiento es un error y por qué hablar de escasez de recursos es una falacia, lo cual es respetable; sin embargo resulta un tanto más impertinente y le hacen flaco favor al profesor los calificativos un tanto despectivos que les dedica a Paul Ehrlich y a Florent Marcellesi, en el caso de éste último destacando que ahora es una figura política (candidato más votado en las primarias de Equo para las elecciones europeas). Justamente hace unos meses hubo una activa discusión entre Florent Marcellesi y el profesor Navarro, que parecía más o menos zanjada, y por ello resulta un tanto extraña esta extemporánea crítica (realmente Florent es la única personalidad española que cita); cabe preguntarse si la razón de esta descarnada crítica viene de la relevancia política que podría estar ganando el Sr. Marcellesi.

Pero yendo a la sustancia argumental del artículo de Vicenç Navarro, el profesor hace una reivindicación del trabajo de Barry Commoner y en un cierto momento el profesor Navarro se queja de que se le identifique a él con posturas productivistas cuando lo que él sostiene es el verdadero socialismo (bien dice que "socialismo no es capitalismo de Estado), en el que lo que se busca es satisfacer las necesidades humanas, y que por supuesto el destino de los medios de producción no es neutral sino que viene determinado por el tipo de sistema económico. Hasta ahí creo que la coincidencia entre lo defendido por el profesor Navarro y el Sr. Marcellesi sería absoluta. Sin embargo, el profesor Navarro se revuelve contra la noción de que el crecimiento económico pueda estar limitado por los recursos, lo cual atribuye a una posición "conservadora" (palabra que usa queriendo decir "reaccionaria" o "de derechas"), y a partir de ahí se mete en una serie de consideraciones, algunas de ellas de carácter técnico, en las que desafortunadamente demuestra no estar demasiado bien informado.

La primera cuestión que se tendría que aclarar es por qué defiende o le interesa el crecimiento económico al profesor Navarro si, como ha dicho, no es productivista y busca satisfacer las necesidades humanas. Las necesidades humanas no son necesariamente crecientes; pueden ser cambiantes, pero no deberían ser más crecientes de lo que sea la población humana, y en última instancia la población del planeta deberá estacionar (no creo que el profesor Navarro sostenga la máxima bíblica del "Creced y multiplicáos"). Así que cuando el profesor Navarro habla del crecimiento económico que parece buscar debería explicitar al crecimiento de qué él se refiere. No creo que esté pensando en el crecimiento del PIB ni de cualquier otra variable que mida la producción porque, como él dice, no es productivista. Así pues, creo que el profesor se refiere al crecimiento de la satisfacción de las necesidades humanas, algunas de las cuales son materiales y otras son inmateriales. El sistema capitalista en el cual vivimos sí que busca maximizar la producción y por ende la extracción de recursos; como explicaré más tarde dentro del sistema capitalista estamos llegando a las máximas tasas extractivas de algunos recursos, particularmente los energéticos, las cuales vienen determinadas no sólo por factores económicos sino también geológicos y termodinámicos. No sólo eso, sino que los recursos renovables también tienen limitaciones no superables con las que también comienza a vérselas el sistema capitalista, por lo que al final no es esperable que se pueda seguir aumentando la disponibilidad de energía sino que ésta por fuerza tendrá que disminuir en el futuro. La disponibilidad de energía disminuirá si seguimos en un sistema capitalista porque los límites que se ha encontrado éste son técnicamente infranqueables, y disminuirá también si fuéramos capaces de cambiar a un sistema plenamente socialista puesto que no es tan eficiente en la extracción de recursos como el capitalista, ya que no es ése su objetivo: no lo es el de incrementar la producción sino el de satisfacer las necesidades humanas, como hemos dicho. Así pues, la disponibilidad de energía será en cualquier caso decreciente, algo que desde una perspectiva socialista no tiene por qué necesariamente ser malo ya que justamente la alternativa socialista necesitará mucha menos energía que la capitalista.


Que los recursos son finitos es algo que no debería ni ser materia de discusión. Vivimos sobre la superficie de un planeta que es aproximadamente una esfera de 6.366 kilómetros de radio. La cantidad de materia sobre su superficie es finita, y en cuanto a la tercera dimensión sólo somos capaces de arañar y con mucha penalidad unos pocos kilómetros de la corteza terrestre. Incluso la energía que nos arriba del Sol, inmensa como es, es una cantidad finita cada día. Así pues no tiene sentido discutir si los recursos son finitos: obviamente lo son, al menos hasta que abandonemos este planeta (algo que contrariamente a lo que creen muchas personas no va a pasar próximamente). Como los recursos son finitos (no sólo los metales y los combustibles fósiles - en el caso de los últimos no sólo son finitos sino agotables-, sino también el agua y hasta la superficie disponible) es obvio que cualquier tipo de crecimiento que requiera de una base material tendrá que detenerse llegado un momento. Así pues, no se puede defender que el crecimiento económico, en tanto que comporte una componente material, pueda ser indefinido. Lo que sí que tiene sentido por tanto es discutir cuándo se producirá el momento en el cual el crecimiento no puede proseguir. Ésta ya es una cuestión técnica, en la cual intervienen la Geología, la Física y también la Economía, y es lo que discutiremos a continuación; y es que los límites realizables, como veremos, son mucho menores que lo que los límites ideales que uno podría tratar extrapolando los datos de concentración de cada material en la corteza terrestre sacados de la wikipedia. En todo caso, la discusión de los límites es una cuestión técnica, basada en datos y en la experiencia, y no una cuestión de mera opinión.


Sin embargo, es frecuente observar que cuando alguien señala la finitud de los recursos - y éste es un error en el que el profesor Navarro también cae - se le descalifica colgándole la etiqueta de "malthusiano", como si decir que hay una imposibilidad física a crecer sin límites (aunque se reconoce el problema del impacto ambiental) fuera equivalente a decir "vamos todos a morir". En suma, que si no aceptamos que el crecimiento pueda seguir por siempre somos unos apocalípticos (aún me encuentro gente que va diciendo por ahí que mi discurso es apocalíptico, aún cuando yo diga explícitamente lo contrario - qué sé yo mismo de lo que yo pienso; quien lo sabe es un opinador anónimo en internet, oiga).

Calificar a quien señale que los recursos disponibles son finitos de "malthusiano" es de entrada un error de concepto. Mathus defendía que la población siempre crece a un ritmo exponencial mientras que los recursos lo hacen a ritmo aritmético, y que por tanto siempre se llegaba a una sobrecarga poblacional y a un colapso. Por un lado, ninguna de las dos hipótesis de Malthus es correcta; por el otro, señalar que los recursos son finitos no es equivalente a decir que un colapso es inevitable. De hecho, la rama de la ciencia que estudia la interacción entre los seres vivos y los recursos finitos de su entorno se llama Ecología, y justamente la Ecología nos muestra como la mayoría de las poblaciones (incluso las humanas, de las cuales se ocupa la Antropología) llegan a un equilibrio con sus recursos disponibles. En realidad, la propuesta socialista de Navarro resuena bastante con la de una sociedad en equilibrio ecológico. Y bien es cierto que en algunas circunstancias (por cambios del clima, por disminución de los recursos, por exceso de éxito de una especie) algunas poblaciones colapsan; tanto la Ecología en el caso de las especies animales como la Antropología en el caso de las civilizaciones humanas estudian estos colapsos y nos enseñan vías para evitarlos. Por supuesto que podemos llegar a colapsar en mayor o menos medida si actuamos de una manera completamente necia (por ejemplo, intentando mantener a ultranza un sistema basado en el crecimiento infinito como es el capitalismo), pero el colapso es siempre una opción; se podría decir que el colapso no es una necesidad sino una necedad. Y justamente la sociedad socialista que propone Navarro podría ser una vía para evitar ese colapso.


Argumenta el profesor Navarro que el comienzo y desarrolllo de la presente crisis económica no tiene nada que ver con el petróleo, lo cual es una afirmación bastante osada, pues si bien es completamente extremista afirmar que la actual crisis está sólo causada por la escasez de petróleo, no lo es menos afirmar que no tiene absolutamente nada que ver cuando, por ejemplo, la producción de petróleo crudo del mundo se ha vuelto inelástica desde el año 2005, como muestra el artículo de Murray y King en Nature, 2012 de donde saco la siguiente gráfica:





De hecho el profesor Navarro parece desconocer todo lo referente a lo que está pasando con el petróleo. Por ejemplo, que en el año 2010 la propia Agencia Internacional de la Energía reconoció que la producción de petróleo crudo (más del 80% de todos los líquidos asimilados a petróleo que se consumen en el mundo) había tocado techo en 2006, o que en 2012 admitió que la producción de petróleo crudo ya estaba empezando a caer. Peor aún: en su último informe la Agencia Internacional de la Energía alertaba de que se tendrían que redoblar los esfuerzos en inversión petrolera so pena de que la producción pueda caer en picado en relativamente pocos años:




Por supuesto el problema que sin darse cuenta describe la Agencia Internacional de la Energía es el de la caída de la Tasa de Retorno Energético (TRE) de las fuentes de petróleo o asimilados que nos van quedando disponibles, lo que se traduce en que el petróleo por explotar sea cada vez más caro hasta el extremo de que a veces no salga rentable extraerlo, independientemente de la inversión que se quiera realizar o del presumible progreso tecnológico que debería abaratar costes (pero que no lo hace). Nada nuevo: ya sabemos que los economistas no comprenden el concepto de la TRE.

Da la impresión de que el profesor Navarro no se ha dado cuenta de que ya hay problemas serios con el petróleo porque para él eso se tendría que manifestar como un precio exorbitantemente alto, sin tener en cuenta que en realidad hay un techo máximo para el precio del petróleo a partir del cual comienza la destrucción económica y que de hecho en realidad el precio del petróleo se encuentra actualmente y durante la mayoría de esta crisis en máximos históricos, justo al nivel del umbral del dolor para nuestras economías.




En realidad el nivel actual de precios y el relativo estancamiento de la producción de todos los líquidos del petróleo está llevando a una transferencia de renta petrolífera de los países occidentales a los emergentes, sin que sea el resultado de una mejora en eficiencia energética; algunos países como EE.UU. y Alemania han financiado energéticamente esta huida hacia adelante con más gas y más carbón, mientras que el resto simplemente se están hundiendo económicamente:





En otro pasaje de su artículo, el profesor Navarro hace una vaga defensa de la energía renovable basándose en tendencias históricas observadas en algunos Estados de los Estados Unidos, en lo que es una práctica habitual en los economistas (tomar tendencias del pasado y asumir que se mantendrán indefinidamente en el futuro sin pararse a pensar si tales tendencias tienen límites o fechas de caducidad). Parece no tener en cuenta que los grandes sistemas de producción de energía renovables sólo producen energía eléctrica, pero en el mundo la energía eléctrica es sólo el 10% de la energía final consumida y el restante 90% es muy difícil de electrificar. Por lo demás, parece que el profesor Navarro ignora que el potencial renovable del planeta Tierra es finito y está bastante por debajo de nuestro consumo fósil actual, cosa que se ha discutido en muchos artículos de este blog (en la serie "Los límites de las renovables") y que por tanto no existe una fuente de energía renovable inagotable sino que más bien las que hay son muy limitadas.

Hacia el final del artículo el profesor Navarro esboza una ingenua queja en contra de lo que el denomina el "determinismo energético". Afirma Navarro que la energía no condiciona todo lo demás; pues en realidad sí, por supuesto que la energía condiciona todas las actividades económicas, como también las condicionan las bases materiales. Para producir bienes y servicios se necesitan consumir materiales; para elaborar y transformar esos materiales, o transportarlos, se necesita energía. La economía no puede abstraerse de sus bases materiales pues somos series materiales. Yo no voy a comprar entes espirituales o inasibles (aunque algún supersticioso quizá sí lo haga); yo compraré mercancías que se puedan comer, vestir, equipar, tocar, usar... Incluso los servicios, que son en sí mismos inmateriales, tienen una base material: si compro un crucero el barco que me transporta; si contrato un servicio de asistencia a gente mayor habrá una persona de carne y hueso que tendrá que desplazarse, comer, vestir... Y así como la base material de la economía es evidente para todo el mundo y difícil de discutir, la energía es más inasible para el no educado. Pero todo es al final materia y energía. La energía es la que da la capacidad de transformar, de producir. Cuando sólo existía el factor trabajo toda la energía la propocionaba el obrero (endosomática), pero ahora la mayoría de la energía es de fuentes externas (exosomática). El problema con la energía es que es ese fluido invisible del que durante el último siglo hemos podido disponer a bajísimo precio. Hace 100 años los albañiles que construían un edificio sabían muy bien el ingente esfuerzo que costaba levantar ladrillos y vigas; hoy en día, una cuadrilla diez veces menos numerosa de albañiles hace mejor el trabajo en diez veces menos tiempo. No pensamos en la energía porque durante mucho tiempo la hemos tenido prácticamente regalada, pero por desgracia cada vez más vamos a irnos dando cuenta de lo que cuesta mover, transformar, producir a medida que nuestra disponibilidad energética disminuya. Así pues, por supuesto que la energía condiciona todo lo demás; pero no determina todo lo demás. La energía nos pone límites a lo que podemos hacer, pero dentro de esos límites lo que al final hagamos, mejor o peor, viene por supuesto determinado -ahora sí- por las políticas que se adopten.

Querría acabar mi crítica al artículo del profesor Navarro señalando una expresión que usa varias veces a lo largo de él: "Ecologista conservador". Como ya he mencionado más arriba, Navarro usa la palabra "conservador" queriendo decir "reaccionario" o "de derechas" (soporte a su infundada acusación de que el decrecimiento sirve al capitalismo). Supongo que para él su antónimo es "progresista" (el mito del progreso del que también hemos hablado aquí mucho: el tecnooptimismo). En realidad el ecologista es, por definición y en sentido propio, conservador, puesto que lo que pretende es conservar: conservar el Medio Ambiente, conservar la diversidad, conservar un hábitat digno para las especies animales, incluida la humana... No hay nada negativo en querer conservar cuando aquello que se preserva es bueno. Querer cambiarlo todo en todo momento, el progreso por el progreso sin reparar en su coste, es una actitud destructiva y sin sentido: el progreso sólo tiene sentido si es verdadero progreso humano, y no mera destrucción por la destrucción, algo que genera mucho PIB pero poca felicidad. Y es que uno debe ser cuidadoso con las palabras que usa, particularmente cuando califica (o descalifica) a los demás.

Antonio Turiel.
Febrero de 2014.

http://crashoil.blogspot.com.es/2014/02 ... ro-en.html

Avatar de Usuario
Suso
Mensajes: 5254
Registrado: 17 Jun 2004, 13:51

Re: Polémica sobre el Decrecimiento: Vicenç Navarro y A. Tur

Mensaje por Suso » 08 Feb 2014, 10:35

Sin entender mucho de economia. No parece que el Capitalismo se sienta comodo con las teorias que promuevan el decrecimiento, mas bien todo lo contrario.
¿Sin produccion y consumo que Capitalismo puede estar contento?
Teño barca, teño redes, teño sardiñas no mare
teño unha muller bonita
non quero máis traballare.

chemic553
Mensajes: 556
Registrado: 04 Dic 2012, 04:15

Re: Polémica sobre el Decrecimiento: Vicenç Navarro y A. Tur

Mensaje por chemic553 » 11 Feb 2014, 16:47

interesantísima discusión entre dos expertos, cada uno en su rama. Aun cuando estoy con Turiel creo que la discusión no es tan de fondo como de forma, y en última instancia de falta de acuerdo en el concepto de los términos en discusión
...Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas

Avatar de Usuario
Rorschach
Mensajes: 277
Registrado: 27 Oct 2008, 18:41

Re: Polémica sobre el Decrecimiento: Vicenç Navarro y A. Tur

Mensaje por Rorschach » 12 Feb 2014, 19:02

Más leña. Pedro Prieto:
Pedro Prieto escribió:
De progresistas y biofísica económica
El pasado 6 de febrero, Vicenç Navarro, volvía a la carga contra Florent Marcellesi, un precandidato a las elecciones europeas por Equo, que abandera el principio molesto y tan desagradable como inevitable de cómo enfrentar el decrecimiento que nos viene encima de la mejor manera posible. En un artículo del diario digital Público titulado Los errores de las tesis del decrecimiento económico, arremetía contrsa los que propugnan el cambio de modelo hacia este horizonte.

Primero hubo un debate interno entre las personas más cercanas a los principios de las limitaciones físicas de nuestro planeta y que tienen una visión biofísica de la economía.

En general, aunque en este grupo se ha discrepado bastante de algunas de sus tesis y sobre todo, del furor y displicencia con que ha abordado sus diferencias con Florent en este terreno, en este grupo se ha tratado de forma exquisita de no tratar de herir o dañar la imagen pública de Vicenç Navarro, que es un luchador reconocido por la mejora de los derechos de las personas y de una economía más justa y solidaria.

Finalmente, en un artículo magistral, Antonio Turiel desgranaba públicamente los aspectos sobre estas diferencias de criterio y exponía, muy educadamente, el punto de vista de los llamados “decrecentistas” y de paso, algunos puntos sobre las íes a Vicenç Navarro, obviamente en un medio de mucha menor trascendencia que Público, pero que tiene un creciente número de seguidores. En su blog The Oil Crash contestaba con este título en lo que, a mi juicio, ha sido la más completa respuesta al profesor Navarro, famoso y respetado sociólogo y politólogo español, experto en economía política y políticas públicas, que ha sido catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona y actualmente es Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Pompeu Fabra y además vela armas nada menos en la Universidad estadounidense John Hopkins.

También el asunto ha merecido la atención y los comentarios de Jorge Riechmann, otro peso pesado académico, que en su blog http://tratarde.org/ titula Marcellesi, Navarro, Turiel y los límites del crecimiento , donde reivindica a Barry Commoner, también criticado por Navarro y otras reflexiones y apuntes interesantes.

En mi escasa disponibilidad de tiempo, había enviado previamente un par de comentarios al respecto, que se alinean más con las tesis y posturas que defiende Florent, que con las que defiende Vicenç Navarro, sin quitar un ápice al valor de sus denuncias frente al poder. Y alguno de los miembros del grupo me pidió que elevase el mismo a Crisis Energética, lo que hago, adaptando ligeramente el escrito original principal. Allá va.

En mis presentaciones suelo ilustrar esta situación con el gráfico a continuación:

20140208 Figura 1 png
FIGURA 1

Ofrezco el consumo de energía per capita y país o región, en colores según el tipo de energía utilizada y llevado todo a vatios de potencia equivalente per capita (eje de ordenadas negro). Los datos son del Statistical Review of World Energy de BP de 2011. Con un asterisco, fijo el nivel (en color rojo y eje de ordenadas rojo) del PIB per capita nominal en US$ que ofrece el FMI en esas mismas regiones o países.

En el eje de abcisas, figuran la población de cada país o region, hasta alcanzar los 7.000 millones. Así, el rectángulo que forma cada país o región con la suma de todos sus tipos de energía muestra muy bien su peso en el conjunto del mundo en refrencia o relación con los demás.

El consumo promedio mundial aparecía en 2011 en unos 2.600 vatios de potencia per capita. Para ponernos en contexto, el ser humano es una perfecta máquina que apenas necesita el equivalente a 100 vatios de potencia promedio de consumo para satisfacer sus necesidades metabólicas.

Se observa aquí el principio de Pareto, en este caso sobre la desigualdad en el reparto de la riqueza (medida por PIB) y muy paralelamente (como no podría ser de otra forma) en el consumo de energía y acceso a los bienes materiales.

Aunque en estos últimos cinco años el diagrama ha cambiado algo de forma, por ejemplo, haciendo que China sobrepase el promedio mundial y que los países de la derecha, básicamente los ricos u OCDE no hayan apenas subido en consumo de energía o incluso hayan bajado drásticamente (casos de Italia o España, por ejemplo), la realidad es que apenas ha conseguido irse acercando de una distribución tipo 80/20 hacia una 70/30; esto es, que el 20% de la población mundial acapare el 80% de los recursos (y del PIB) y que el resto del 80% de la población mundial se tenga que conformar con un 20% del PIB y de acceso a los recursos (energéticos y de los demás bienes materiales) y que esto haya pasado en unos años a una distribución 70/30. Y curiosamente, no por gusto o planificación de la decencia occidental, sino más bien todo lo contrario: para gran susto de Occidente, que ya clama contra China por “querer ser como nosotros”, incluyendo algunos sectores de la izquierda occidental.

Es cierto, que como todo sistema de representación, este gráfico adolece de algunas precisiones, que admito por adelantado. Por ejemplo, si se hiciese “zoom” en cada país, se podría observar, efectivamente, una élite muy minoritaria (esas 500 familias de las que hablaba Vicenç Navarro o del 1% del que habla el 15M), cuyo PIB y quizá hasta su consumo per capita de recursos enerrge´ticos, si se quiere, saldría disparado hacia arriba fuera de este gráfico. Pero eso haría apenas bajar un poco el promedio nacional que esas élites controlan y parasitan. Sin embargo, como muy bien ha señalado algún miembro de este grupo sobre ecomodelización, esas élites, aunque también puedan disparar su consumo per capita de energía (pienso en el yate Fortuna o en aviones privados y demás), no pueden consumir recursos y energía al nivel equivalente que poseen de acumulación dineraria o financiera. Pero sí contribuyen, donde tienen sus sedes y centros de operaciones (la City de Londres, Nueva York Singapur, Luxemburgo, y por extensión países como Reino Unido, EE. UU. UE en general y pocos más) a que éstos sean nodos nacionales o regionales de consumo brutales, que todavía llamamos desarrollados y a los que aspira todo el mundo (lamentablemente).

Y ahora llegamos al meollo de la cuestión. Supongamos que apoyamos todos la tesis de Vicenç Navarro sobre la necesidad de arrebatar el control de esas élites por parte de la “mayoría democrática” (no se qué sería eso en Senegal o Nigeria o en Arabia Saudita, por poner sólo unos limitados ejemplos).

Supongamos que consiguieramos de forma mayoritaria y democrática el control de las finanzas y de los recursos materiales, entre ellos los energéticos y se lo pudiésemos arrebatar a esas élites, que perderían la capacidad de gobernarnos y controlarnos y que hasta que pudiésemos expropiar sus insultantes riquezas y acopios. Muy bien. Habríamos conseguido algo muy importante, necesario y conveniente: eliminar las estrechísimas agujas del consumo y del PIB que saldrían de cada país o región, que no he pintado en el gráfico y que se disparaban hacia los cielos del PIB y del consumo de recursos, de ese 1% o de las 500 familias. No es poco. Además, estaríamos en disposición de poder empezar a mejor redistribuir esa riqueza y acceso a los recursos que nunca. Muy bien. Perro entonces, con las élites derrotadas, nos encontraríamos en la situación exacta del gráfico de más arriba.

Veamos ahora como deberíamos proceder, ya que disponemos del poder y del control. ¿Cual sería el siguiente trabajo a llevar a cabo? ¿Cómo orientarlo? Supongo que esto hay que plantearlo como necesaria hoja de ruta, incluso antes de haber conseguido arrebatar el poder a las élites y tenerlo en los programas progresistas y verdaderamente democráticos, ¿no es cierto?

20140208 Figura 2 png
FIGURA 2

De aquí, se puede preguntar al respecto:

¿Cree sinceramente Vicenç Navarro que sería posible llevarnos a los 7.000 millones y especialmente a los países y poblaciones de la izquierda del gráfico y a las poblaciones marginadas y excluídas, de los países de la derecha del gráfico, al nivel de los llamados “Estados del bienestar” de los países occidentales que aparecen en ese mismo gráfico a la derecha? Porque eso, haciendo cálculos muy sencillos y bastante irrebatibles, nos llevaría a tener que multiplicar el consumo de energia por cuatro, si queremos el bienestar del American Way of Life, en el que Navarro ha vivido durante mucho tiempo. Pero si se conformase con que todo el mundo llegase al nivel europeo, en el que Vicenç está ahora más asentado, habría que multiplicar el consumo de energía mundial por dos y con ellos la necesidad de transformar la naturaleza y extraer los recursos necesarios para ello. ¿Podemos? ¿Hay energía para ello? ¿Hay recursos suficientes?

¿De qué se trataría, de subir todos a los estándares occidentales y terminar de reventar más arpisa todavía (que es por dónde va China, por ejemplo, con todo el derecho del mundo, mientras existan los insultantes niveles de los países de la derecha del gráfico) o por el contrario, de que los occidentales intentasen destripar algo menos el planeta y por tanto tuviesen que replantearse clara y rápidamente un DECRECIMIENTO urgente y dramático aunque eso si, sin prescindir de las cosas que dotan de una mínima dignidad al ser humano?

Yo soy ya un perro algo viejo y estoy cansado de las caridades del 0,7% del PIB, que es lo qeu muchos bientintencionados occidentales creen que sus ricos gobiernos de la derecha del gráfico deberían ceder al resto de los países pobres del mundo y que ni siquiera cumplen. Ya está bien. Miren de frente a ese gráfico oneroso. Lo que les está diciendo, es que si de verdad quieren igualdad y justicia, lo que los de la derecha deben ceder a los de la izquierda (en el gráfico y en el espectro político) no es el 0,7% del PIB que ofrecieron de mala gana y ni siquiera cumplen. No es ni siquiera el 7% del PIB. Debería ser, matemáticamente hablando el 70% del PIB y quizá así pudiéramos empezar a hablar de la justicia redistributiva que tanto reclamamos con la boca pequeña desde los mentideros de la izquierda occidental.

Si Navarro cree que se podría hacer de otra forma (¿desmaterializando la economía, quizá, en una suerte de “to’ er mundo e güeno”?), debería aclararnos con un cierto detalle que debería ir más allá de sus proclamas bienintencionadas, como piensa afrontar este reto, porque si entiende la paradoja de Jevons y ha visto la relación estrecha entre economía (entendida como PIB) y consumo de energía y bienes materiales, se debería dar cuenta de que no hay más cera que la que arde. Debería explicar cómo superar la siguiente evidencia:

20140208 energía 3
FIGURA 3. Fuente: Fuente: World Energy Outlook (WEO) 2009 de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Página 59

Es decir, que desde que tenemos memoria, a nivel global, la subida del nivel de riqueza (entendido como PIB, pero también como nuestro añorado Estado del Bienestar o de conquista de los llamados “derechos sociales” de los países desarrollados o incluso de la “reconquista” de esos derechos sociales adquiridos, que ahora algunos ya sienten que pierden en su amado Occidente) se han sustentado, en una buena parte, a base de extraer recursos y consumiendo más y más energía, destrozando el planeta, en suma. Sólo hay que ver la gráfica 3. Vicenç podría aspirar, como mucho, a que los países pobres (aquí NO OCDE de forma simplificada) pudiese bajar su pendiente de color rojo y alcanzar la pendiente de color azul de los OCDE, los listos, los desarrollados, los más adelantados y civilizados, los que tienen o tenemos más tecnología para “hacer más con menos”. Y aún así, siguen teniendo que consumir más para crecer más. No hay un mundo espiritual en el que el bienestar que la gente conoce se alcance sin tocar ni manchar los recursos naturales de que dispone el planeta. Además, la línea azul de menor pendiente de la que presumen los OCDE (más PIB con la misma cantidad de energía), se suele conseguir a base de enviar las industrias más contaminantes e intensivas en energía a los países no OCDE (línea roja), de forma controlada y manejando sus beneficios y luego cargarles contablemente con el mochuelo de que no saben hacer las cosas de forma limpia y eficiente como ellos y de que nosotros estamos mejorando mucho nuestra “eficiencia energética” a base de tecnología. Cinismos occidentales y falsas creencias en pajaritos embarazados, que quedan desmontadas en cuanto nos atrevemos a mirar al mundo en su totalidad, a través de la línea verde resultante del gráfico 3. No nos engañemos: crecer es consumir más energía y más recursos y todos ellos son limitados.

Es decir, el crecimiento de los países de la derecha del gráfico de la figura 2, se ha hecho, sobre todo, a base de pisar y explotar a los demás países oprimidos, de reventar sus recursos naturales en beneficio, no sólo de las élites serviles y mamporreras de los países explotados, al servicio de las élites de los países desarrollados, sino también con la connivencia activa y pasiva de los ciudadanos occidentales, muy confortablemente instalados en esos “Estados de Bienestar”. Claro que este es un mensaje muy duro, horrorosamente duro para muchos izquierdistas bienpensantes occidentales, que habían arrumbado por obsoleto el principio de internacionalismo proletario y se habían construido mentalmente la falacia de que sus derechos sociales se habían ganado a pulso con el sacrificio de las luchas obreras de sus países, sin por ello perjudicar a nadie más en lugares muy distantes (o sin querer ver cómo quedaban perjudicados).

Esta es la suma cero a la que me refería en el anterior correo. Dado un nivel de extracción y uso de bienes materiales y energía equivalente a una riqueza X en el planeta, el que haya ciudadanos cuyos países que estén en el 20% de los que consumen el 80% IMPLICA NECESARIAMENTE que ello es porque hay ciudadanos de otros países del mundo, el 80% de ellos, que malviven con el 20% de los recursos restantes. Matemáticas elementales y brutales, que van mucho más allá de cambiar la actividad economica de hacer armas por la de hacer medicinas, que propone Navarro, algo con lo que no podría estar más de acuerdo, siempre que no lo hagan las Big Pharma en su provecho. O de pasar de consumir energía renovables a consumir energías renovables. Vicenç haría bien en repasar, una y otra vez los gráficos aquí mostrados y ver dónde están las energías renovables, para colocarlas en su contexto. Y haría muy bien, si tuviese algo más de modestia, en leerse los estudios del grupo de Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid sobre los límites de las renovables, para entender mejor de lo que habla, cuando critica a los que proponen decrecer para ser más justos.

http://lacrisisenergetica.wordpress.com ... economica/

Responder