La adscripción de choppings a uno de los dos tipos de homínidos, el más grácil de los australopithecus, al que se le identifica como responsable del artefacto y por lo tanto dentro del linaje humano, es una convención de la historiografía decimonónica, tan obnubilada por la revolución industrial y el desarrollo técnico de su época que se convirtió en un tópico evolutivo la asociación tecnología / humanidad, como desencadenante o precursor lo uno de lo otro… un locus antropológico totalmente falso e infundado, que refleja más bien el sesgo de la erudición positivista que para no alterarse denominó (y lo clasificó) al grácil como “habilis”, la otra alternativa era “faber”…Nemo20000 escribió:El desarrollo tecnológico es algo inherente al ser humano (de hecho, hasta que no aparece la tecnología, no llamamos humanos a nuestros ancestros). Así que si, mientras haya humanidad habrá desarrollo tecnológico.
… y es falso primero porque en un yacimiento sólo pueden documentarse un determinado rango de datos: aquellos que o son de piedra o se petrifican (huesos, bifaces)… no creo que nadie pudiera valorar clasificar o designar nuestra cultura por los restos que pudieran vitrificarse a dos millones de años vista, pongo un ejemplo, o que se considere inherente de la misma la consecuencia de algo totalmente casual como son los procesos de litización, que son procesos físicos, no culturales…
… y es igualmente infundado porque esos chopping (artefactos líticos tallados por una cara) perviven entre 500 y 750 mil años, mientras la encefalización de nuestro australopitheco se ha incrementado el doble.. que toda la tecnología lítica acheulense pervive millón / millón y medio de años prácticamente sin cambios mientras la “hominización” en términos de incremento cerebral llega hasta los 1200/1350 cc del erectus, y permanecerá casi con los mismos tipos y grosso modo estancada quizás hasta la técnica levallois del musteriense, con un tipo humano tan cercano ya a nosotros como el neanderthal…. La arqueología moderna utiliza denominaciones del tipo “cultura de los campos de urnas” o “cultura del vaso campaniforme de una manera descriptiva no explicativa e inherente.