La Manada: una visión desde el antipunitivismo

Contra el sexismo y el patriarcado. Luchas por las libertades sexuales. Despatologización de la diferencia.
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AXIONDIREKTA
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Re: La Manada: una visión desde el antipunitivismo

Mensaje por AXIONDIREKTA » 26 Jul 2018, 00:24

Hay una suerte de moda que, vestida de políticamente incorrecta, se apura en apuntar al feminismo como un movimiento portador de políticas capitalistas. Las críticas "clásicas" a las manifestaciones reivindicativas que se han hecho por años (ciertas en muchos casos), se suelen ahora levantar como novedosas y sagaces (señalar el interclasismo, la falta de profundidad de análisis, elitismo, etc.). Esto no quiere decir que las críticas deben dejarse de lado, pero tal actitud evidencia, muchas veces, un estado de ánimo a final de cuentas reaccionario frente al feminismo. No sé si este caso cae en lo anteriormente descrito, pero me gustaría dejar en claro mis diferencias con ese tipo de cuestionamientos.

Dicho esto, me parece que el artículo contiene algunos elementos interesantes. Ahora, está lejos de resolver el problema. Es más, es evidente que sus propuestas no salen de los mismos márgenes punitivos que el autor critica, que no son más que otro tipo de reforma al sistema penal. Pero es evidente que dentro del llamado "movimiento feminista" hay grupos cuyas esperanzas y energías están volcadas en la regulación del sistema capitalista, y por tanto sus propuestas apuntan necesariamente por el fortalecimiento de los mecanismos represivos del Estado. Cuando desde posiciones revolucionarias se critica esta tendencia legalista, no se hace para denunciar una supuesta renuncia a determinados "principios", sino porque no sólo no contribuyen a la solución de los problemas de quienes luchan (en este caso para acabar con las violaciones), sino que perpetúan las condiciones que le dan origen. Pero, de nuevo, esta no es una crítica muy novedosa. No es que esto se les haya pasado por alto a las compas.

El siguiente artículo tiene relación con el asunto, aunque se contextualiza en algunos casos de violencia física y sexual (y asesinatos) en contra de niñxs, que motivan algunos llamados a la restitución de la pena de muerte (en $hile):
“Ley Sophia”: ¿Proteger la niñez? No, endurecer la represión

A los defensores del orden les cuesta disimular su desprecio por la vida. Es lógico, puesto que esperan que esta sea lo más funcional posible al mantenimiento y perfeccionamiento de las relaciones de dominación, a la explotación en la forma de trabajo asalariado. Somos rebajadxs a la categoría de mercancías intercambiables, idealmente baratas. “Que los estudiantes se dediquen a estudiar”, “que los trabajadores se dediquen a trabajar”, rezongan con prontitud cuando, tímida o enérgicamente, sectores del proletariado, hartos de la miseria que les ahoga, expresan su descontento y rompen con la monotonía de la supervivencia capitalista.

Estas últimas semanas, utilizando desvergonzadamente como excusa los horribles casos de violencia física y sexual hacia niños y –principalmente– niñas, personajes y fracciones del mundillo conservador vociferan a coro por la vuelta de la pena de muerte. No son más que hipócritas, pues históricamente han alentado y festejado efusivamente la multitud de horrores que se han cometido contra quienes consideran sus enemigos (justifican y se ríen de las torturas, desapariciones y asesinatos que sus esbirros cometieron y continúan cometiendo en nombre de la familia, la patria, el orden y la propiedad). Son criminales, pues tras la manipulación morbosa de los casos señalados, intentan profundizar los mecanismos represivos de los que son adictos. Enemigos, claro está, pues es contra nosotrxs que quieren utilizar todas las herramientas posibles para mantenernos silenciadxs, acorraladxs, mutiladxs.

Desde otros sectores de la gama en que se presenta el partido del orden, aquellos que se dicen progresistas (y con razón, pues están realmente interesados en el progreso de la sociedad capitalista), responden, un poco espantados, que tales alegatos serían retrógrados, justificándose en argumentos centrados en aspectos jurídicos, tomando como molde sociedades avanzadas y desarrolladas, “primermundistas”. Dicen que deberían atenderse los problemas de fondo. ¿Cuáles? Según ellos, la injusta distribución de la riqueza, la falta de educación, el mejoramiento del sistema carcelario, etc. En definitiva, los lamentos típicos del progresismo y el reformismo, cuyas esperanzas recaen en la regulación de la miseria capitalista.

Pero que toda esta camarilla de políticos y aspirantes a serlo salga a opinar sobre el tema, encuentra su razón de ser en la repercusión de estos hechos en la “masa” misma. Se mueven en ella (de la que formamos parte) tendencias contradictorias. Acostumbradas a no poder decidir nada realmente importante acerca de sus vidas, encolerizadas con razón ante crímenes horrendos, y ante la supuesta incapacidad del Estado de dar respuesta a ellos, sólo les queda el fervor punitivo, las ansias de un castigo ejemplificador. La bronca natural es canalizada hacia el perfeccionamiento de la represión estatal y el desmembramiento de lo que quede de lazos comunitarios.

Pero los filofascistas que denuncian la pedofilia, a menudo emparentándola con otras formas de vivir la sexualidad que escapan de los modelos tradicionales –principalmente la homosexualidad–, que piden la pena de muerte y tortura hacia los violadores, son los mismos que reducen a la mujer a objeto de valoración y uso. Estos que dicen querer defender a “nuestros niños”, al mismo tiempo que hacen de la familia su bastión, aquella institución que es donde se producen la mayoría de los casos de abuso y violencia, no se escandalizan por la vida horrible a las que los someten, bombardeadxs de publicidad angustiante y alimentadxs con porquería industrial. La defensa ominosa del orden social capitalista precisa de vez en cuando del señalamiento fingidamente horrorizado de algunos de sus excesos. Y en efecto, así se les clasifica. Quienes violan mujeres y niñxs son sujetos enfermos, “sin cura”, condenables como monstruos. Lo realmente monstruoso y enfermo es nuestra existencia misma cuya finalidad es la de ser parte del ciclo de valorización del capital, que no puede dejar de crecer a costa de dejar de ser tal. En este ciclo alienante, donde el abuso está en el centro de todas las relaciones sociales, la niñez es blanco “natural” para aquellxs que no encuentran con quien descargar su frustración. Esto en ningún caso justifica las agresiones puntuales, que como tales deben ser respondidas, pero permite atacar la raíz de la violencia contra lxs niñxs.

En este mundo invertido en el que nos toca sobrevivir, se reprime abiertamente el desarrollo libre de la sexualidad infantil, llenándola de tabúes y prejuicios, al mismo tiempo que se disfruta disfrazando niñxs de pequeños adultos, limitándolos a los estrechos modelos existentes, incluyendo por supuesto aquellos referidos al comportamiento sexual. Así, les parece gracioso ver una niña imitando bailes “sexys” de alguna artista, pero les asusta que tomen conciencia de sus cuerpos.

Para enfrentar la crueldad con la que a diario deben enfrentarse niñas y niños, es imprescindible generar una comunidad humana que base su existencia en la solidaridad, en la que la niñez no sea concebida meramente como un proceso de adiestramiento para la vida adulta, para el trabajo asalariado. Los casos de violencia sexual contra niñxs deben ser evidentemente combatidos, pero atacando a la vez a quienes pretenden la manipulación de esta realidad horrible a fin de endurecer los mecanismos represivos del Estado, que son los que, entre otros, generan las condiciones necesarias para su existencia y mantenimiento.

https://comunidaddelucha.noblogs.org/po ... represion/
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adonis
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Re: La Manada: una visión desde el antipunitivismo

Mensaje por adonis » 26 Jul 2018, 15:32

Por aportar otro articulo que me han pasado hoy hablando sobre este tema, un poco en la linea del que ha puesto AXIONDIREKTA, aunque no directamente relacionado con el caso de la manada:

https://desinformemonos.org/etica-zapat ... -venganza/
Ética zapatista, la diferencia entre justicia y venganza

I. La voz del subcomandante insurgente Moisés suena clara y serena. El mando zapatista pasea la lengua castellana arrastrando las eses, con la misma cadencia singular con la que el caminar tzeltal, tzotzil, zoque, mame o tojolabal sube una loma o se adentra en un maizal. “Por mi voz hablan el dolor y la rabia de cientos de miles de indígenas, hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. Asesinaron al compañero Galeano y el dolor de los pueblos zapatistas hace una muesca más en su ristra de siglos de crueles agravios. Los poderes políticos y económicos mandan y la criminalidad paramilitar ejecuta.

A Galeano lo emboscaron para asesinarlo de tres disparos y un machetazo en la boca, como si con esas balas y el filo criminal de ese machete quisieran detener el corazón rebelde y callar la palabra zapatista. Nada más lejos.

“Si no pudieron acabarnos el amanecer del primero de enero de 1994, menos ahora. Porque es nuestro compromiso liberar este país, pase lo que nos pase, cueste lo que nos cueste y venga lo que venga”. Las palabras del subcomandante Moisés dibujan un viaje desde la serenidad a la determinación. Es el viaje al revés de alguien que ya ha estado allí y viene de vuelta.

“Venimos a desenterrar al compañero Galeano”, dice Moisés. El zapatismo tiene siempre de regreso y de mundo al revés. En un planeta enfilado por los poderosos hacia la devastación y la catástrofe, vivir al revés no es solo cuestión de dignidad y de rebeldía, es, sobre todo, el único camino posible para la sensatez. Al compañero Galeano lo han matado precisamente por eso, por ser zapatista, o sea, digno, rebelde y sensato.

II. La venganza y la justicia emanan de raíces diferentes. La primera se deriva del vocablo latino vis, que significa fuerza y es el origen también de palabras como violación o violencia. La segunda se relaciona con el término sánscrito yoh, que quiere decir sanar y salvar. La práctica paramilitar asociada a la guerra contrainsurgente que soportan los pueblos zapatistas persigue la conversión de la justicia en venganza. La acción paramilitar tiene un doble propósito: la producción de miedo y la reproducción de su imagen especular en el seno del proyecto emancipador que trata de reprimir. Su objetivo es conseguir que el rebelde al que combate se envenene con sus mismas pasiones tristes. “Ser como ellos”, decía el otro Galeano, ese que se llama Eduardo.

El proyecto zapatista, sin embargo, consiste en una fuga sistemática de toda imagen especular del poder y de los malos gobiernos. Su concepto y práctica de la justicia emanan de una cosmovisión radicalmente otra. Desde su levantamiento en armas en enero de 1994, los pueblos zapatistas han soportado una constante agresión que ha buscado su reacción en forma de venganza. Pero los zapatistas y las zapatistas son muy otros y muy otras. A la guerra le han respondido con la paz. A la venganza le han opuesto siempre la justicia. “Nos da dolor y tristeza lo que le hicieron a nuestro compañero Galeano, pero no vamos a mancharnos del mal al mal”, explicó el Subcomandante Insurgente Moisés. Sus palabras no comunican una estrategia, expresan una verdadera ética.

III. El compañero Galeano era un maestro de la escuelita en la que en el último año los pueblos zapatistas han compartido con el mundo sus modos de vida. Miles de estudiantes llegados de diferentes partes del planeta han tenido la oportunidad de participar de un proceso de co-aprendizaje en el que han estado acompañados de un votán, un maestro zapatista con el que convivieron de noche y de día. Galeano era uno de ellos.

Cada estudiante de la escuelita porta como un tesoro sus historias y su propio relato de las intensidades vividas. El mío tiene que ver con el aprendizaje del carácter profundamente decolonial de la práctica y la cosmovisión zapatistas, así como con un proyecto revolucionario que se aloja en primer término en el tejido de los afectos y en la transformación de los hábitos: más en el territorio inmanente de los cuerpos que en la entelequia casi siempre insondable de la conciencia.

Una parte sustancial de mi aprendizaje ha tenido que ver con la relevancia de las pasiones alegres en los modos de vida zapatistas, fundamentalmente con el papel central que juega la práctica de la amistad en la constitución de las relaciones sociales, los marcos normativos y las formas de la política.

La profundidad de la intersubjetividad y de la amistad en la praxis de los pueblos zapatistas alcanza una intensidad inusitada en la relación con el otro, con el diferente, con aquel que no es zapatista. “Volvimos a regresar a la comunidad y ya no había nada porque lo aprovecharon todos los hermanos que quedaron ahí, que son priístas”, cuenta Miriam, una base de apoyo zapatista de Morelia. “(…) pero esa tierra recuperada está en manos de los priístas, que son los hermanos de Agua Clara”, continúa Floribel, ex-integrante de un Consejo Autónomo. “Ese hermano paramilitar mató no por su ser hermano, sino porque ha sido confundido por el mal gobierno o los finqueros. Yo pierdo mi dignidad si hago lo mismo que él me hizo”, apunta Aníbal, el votán que me acompañó como maestro en mis días en la escuelita zapatista. Cuando el enemigo es definido como un hermano y la causa del delito se desaloja del individuo, se asiste a una dialéctica muy otra del conflicto y a una práctica abiertamente diversa de la justicia. En el territorio zapatista, la criminalidad posee una raíz eminentemente social y no se deriva de una cualidad particular de la persona. “Nosotros no nos vengamos, nos vamos a vengar pero contra el capitalismo”, ha expresado el Subcomandante Insurgente Moisés sobre el asesinato del compañero Galeano.

IV. ¿Quiere decir todo esto que en el territorio zapatista los delitos no se pagan ni se castigan? No. “Los engañados asesinos, sí se hará justicia”, dijo Moisés. Lo que quiere decir es que la justicia es para los zapatistas antónimo de venganza y algo muy diferente al Derecho. La realidad de la justicia según los zapatistas determina una distancia con la racionalidad punitiva del Estado. En el territorio zapatista el castigo no consiste tanto en separar a la persona que comete un delito de los espacios y los tiempos de la sociabilidad mediante el encierro, como de una intensificación de la integración social mediante tareas de índole comunitaria. “Nuestra ley es para prevenir y dar vida a nuestros pueblos. Para nosotros la justicia es la razón, cómo vamos a ayudar al compañero o a la compañera para que se componga otra vez. Lo que queremos es volver a componerlo”, me enseñó Aníbal, mi votán en la escuelita zapatista.

Decía Iván Illich que cada vez que se propone utilizar al Derecho como herramienta de transformación de la sociedad, los poderosos ponen la misma objeción: no todos pueden ser juristas. La justicia para los hombres y mujeres zapatistas es otra cosa. “Es una justicia desde abajo, controlada y vigilada desde abajo y hecha por todos”, me contó Aníbal. La cualidad profundamente democrática del régimen normativo zapatista descansa sobre el carácter participativo y participado de la administración de justicia: de abajo hacia arriba. Y la esfera militar del movimiento no escapa a la pauta: “Pero no podemos hacer como queramos, sino que tenemos que respetar y obedecer a nuestros pueblos cuál es el camino que hay que seguir y qué tenemos que hacer como EZLN que somos”, explica Moisés.

A fuerza de rebelarse durante siglos a la imposición de la condición de objeto, los pueblos zapatistas terminaron por no saber concebir como objeto a nadie. El agente zapatista de justicia es un mediador que impone un marco dialógico y de negociación para resolver los problemas. Mientras que el Derecho coloca a denunciante y denunciado frente al Estado, el modo zapatista de hacer justicia trata de recomponer la relación entre ambos: denunciante y denunciado no entran en relación de delegación y dependencia con una instancia superior, sino que participan del intento de restauración de la relación entre ellos. De este modo, el carácter dialógico de la administración de justicia convierte en sujetos de la acción de justicia a los propios afectados. Si el sistema judicial del Estado constituye siempre un ejercicio de heterodeterminación, la justicia zapatista se relaciona con un ejercicio de autodeterminación mediado por la comunidad y por las autoridades.

Lo que subyace en el fondo de los modos zapatistas de la política, el gobierno y la justicia es un desplazamiento desde lo universal, concebido como aquello que existe en cada uno de nosotros, hacia lo común, que se funda siempre en la relación de unos con otros. Es, tal vez, la diferencia entre un derecho universal y una justicia de lo común. Definitivamente, una racionalidad muy otra, obsesionada en última instancia con la restitución de la relación y del lazo social hasta cuando la gravedad del delito impone la dureza de la sanción y del castigo.

09 junio del 2014
Saludos

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Joreg
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Re: La Manada: una visión desde el antipunitivismo

Mensaje por Joreg » 26 Jul 2018, 16:42

Lo que subyace en el fondo de los modos zapatistas de la política, el gobierno y la justicia es un desplazamiento desde lo universal, concebido como aquello que existe en cada uno de nosotros, hacia lo común, que se funda siempre en la relación de unos con otros. Es, tal vez, la diferencia entre un derecho universal y una justicia de lo común. Definitivamente, una racionalidad muy otra, obsesionada en última instancia con la restitución de la relación y del lazo social hasta cuando la gravedad del delito impone la dureza de la sanción y del castigo.
Bueno, he terminado de leer el texto, y juro que no entiendo qué es lo que dice porque es que se me iba la cabeza. Lo que me pregunto es, pasados cuatro años, si trincaron a los asesinos de Galeano, y qué hicieron con ellos.
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Contumacia
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Re: La Manada: una visión desde el antipunitivismo

Mensaje por Contumacia » 27 Jul 2018, 12:03

Tanto darle vueltas para lo de toda la vida: ostracismo pa cosas muy gordas, comunidades terapéuticas con coacción social en vez de coerción y libre voluntad para compartir poblado con un asesino o violador. En dos o tres generaciones, con otra moral sexual y la abolición de la propiedad, al menos las violaciones, abusos y los delitos contra la propiedad habrían desaparecido. Ya no digo el homicidio imprudente, que sería me supongo la única casuística en un mundo má o menos anarquista en el que uno se puede zumbar para resolver una cuestión, siempre sin intención asesina, y como mero azar y estocástica, difícil de predecir o solventar.

Y esto es lo que pasa cuando uno se acaba de leer a Ursula K. Leguin, que los desposeídos nos hemos imaginado tantas veces lo fácil que sería que no hubiese cafres que nos parece ridículamente entorpecedor todo el aparataje sancionador de chichinabo. Como decía aquel aforismo francés

El derecho civil sirve para que los ricos roben a los pobres.
El derecho penal impide que los pobres roben a los ricos



Y el artículo inicial, sinceramente, pa ser de Salhaketa me decepciona un poco: ¿se ha inventado ahora el tema del "antipunitivismo" o llevamos lustros y lustros sabiendo que la policía y las cárceles no resuelven los problemas sociales? Pues claro que Ana Rosa, la Griso, el ABC o El Español hacen caja con todos estos temas y crónicas escabrosas, consiguen audiencia con detalles morbosos y enardeciendo a las masas. Ojalá, ojalá hubiese sido como en otras distopías y sólo tuviésemos los 2 minutos de odio diarios a lo Goldstein. Pero no, se hace caja, cada vez más, con estas cuestiones e interesa asociar cada suceso a la prisión permanente revisable o la punición. Y lo que denuncia el autor del texto es...
El caso de La Manada ha producido un clamor dentro de grupos feministas y mediáticos que no han reflexionado, creo yo, desde este punto de vista.
Aaaaaaaaaaaaaaaah, pos menos mal que necesita dos párrafos previos pa decir que las mujeres no suelen opinar. Igual es porque cuando lo hacen, y no todas dicen lo mismo, viene un señor a explicarles en qué se han equivocado. El "feminismo" como ente abstracto, se traga lo que dicen los medios sensacionalistas y hace caso al ABC. Pos... pos... con esa tesis de partida, sin diferenciar activismo de militancia de agitación de inducción de... mal empezamos.
Que estas peticiones nazcan de movimientos feministas me sorprende. El feminismo, que debe por naturaleza oponerse a un sistema penal como el nuestro, tiene dentro de sus filas a quien lo fomenta pretendiendo acabar con el patriarcado con más patriarcado.
Gracias, señoro, por venir a salvar el Feminismo xD Igual es que cuando lees el ABC o ves la tele y te presentan como "feminista" a cualquiera con vagina o que se autointitule como tal (inclusive Ana Patricia Botín), corres el riesgo de creerte que "el feminismo exige un derecho penal más punitivo y patriarcal". Y por eso necesitas explicarles a todas como despatriarcalizarse xDDD

Creo que Malcom lo explicaba mejor

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