C.2.6 ¿No es el interes una recompensa por esperar y por tanto justo?

De Ateneo Virtual
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La idea de que el interés es la recompensa por la “abstinencia” de los ahorradores es una idea común en la economía capitalista. Como Alfred Marshall argumenta:

“si admitimos que [un producto] es el resultado sólo del trabajo y no del trabajo y la espera, podemos sin dudar ser compelidos por una inexorable lógica para admitir que no hay justificación para el interés, la recompensa de la espera”

Principles of Economics p. 587

Mientras implícitamente reconociendo que el trabajo es la fuente de todo valor en el capitalismo (y que la abstinencia no es la fuente de beneficios), se afirma que el interés es una demanda justificada sobre el valor excedente producido por un trabajador.

¿Por qué es este el caso? La economía capitalista afirma que al “posponer el consumo” el capitalista permite que nuevos medios de producción se desarrollen por lo que debe ser recompensado por su sacrificio. En otras palabras, para tener capital como entrada, para pagar los gastos de ahora y obtener resultados en el futuro, alguien tiene que querer posponer su consumo. Este es un coste real y uno que la gente está dispuesto a pagar sólo si obtiene una recompensa por ello.

Esta teoría normalmente parece absurda a un crítico del capitalismo – de una forma simple, realmente ¿el dueño de una mina sacrifica más que el minero, o un rico accionista más que un trabajador trabajando en su planta de automóviles? Es mucho más fácil para una persona rica “posponer el consumo” que para alguien con ingresos medios. Esto se confirma por las estadísticas, pues como Simon Kuznets nota:

“solo los grupos con los más altos ingresos ahorran; el total de los ahorros por debajo del decil superior es prácticamente cero.”

Economic Growth and Structure p. 263

Por tanto, la plausibilidad del interés como pago por los perjuicios de posponer el consumo se basa en la premisa de que la típica unidad de ahorro es una familia de poco o medianos ingresos. Pero en las sociedades capitalistas contemporáneas, este no es caso. Tales familias no son la fuente de la mayor parte del ahorro; la mayor parte del pago de intereses no van a ellos.

Para presentar este punto de forma diferente, los capitalistas defensores del interés solo consideran el “posponer el consumo” como una abstracción, sin hacerlo concreto. Por ejemplo, un capitalista puede “posponer el consumo” de 48 Rolls Royces porque necesita el dinero para actualizar cierta maquinaria en su empresa; mientras que una madre soltera puede que tenga que “posponer el consumo” de comida o de un hogar adecuado para intentar tener mejor cuidado a su hijo. Las dos situaciones son absolutamente diferentes, sin embargo, los capitalistas las igualan. Esta ecuación implica que “no poder comprar nada de lo que se quiere” es igual que “no poder comprar nada de lo que se necesita”, y por lo tanto desvirtuando la obvia diferencia en coste de posponer estos consumos.

Proudhon comenta que el préstamo de capital:

“no requiere sacrificio real por parte de los capitalistas” y por tanto “no se priva a sí mismo ... del capital que presta. Lo presta, por el contrario, precisamente porque el préstamo no le supe una privación; lo presta porque no le tiene uso para sí mismo, estando suficientemente provisto de capital sin él; lo presta, finalmente, porque no tiene intención o no tiene la capacidad de hacerlo valioso para él mismo, -- porque, si se lo guardara en sus propias manos, este capital, estéril por naturaleza, seguiría estéril, mientras que, al prestarlo le da un interés que permite al capitalista vivir sin trabajar. Ahora, vivir sin trabajar es, tanto en economía política como moral, una propuesta contradictoria, una cosa imposible"

Interés u Principal: El Préstamo es un Servico

Continúa:

“El propietario que posee dos fincas, una en Tours y otra en Orleans, y que se ve obligado a fijar su residencia en la que usa, y consecuentemente a abandonar su otra residencia, ¿ puede este propietario afirmar que se priva a sí mismo de nada, porque no es, como Dios, ubicuo en acción y presencia? Lo mismo que decir de aquel que vive en Paris y se ve privado de una residencia en Nueva York ! Confesar pues, que la privatización del capitalista es como la del amo que ha perdido a sus esclavo, como la del príncipe expelido por sus súbditos, o la del ladrón, que, queriendo entrar en una casa, encuentra a los perros alerta y a los inquilinos en las ventanas.”

Ibid.

En el mundo capitalista, un industrial que no puede comprarse una tercera casa “sufre” un coste equivalente a aquel que pospone el consumo para conseguir algo que necesita. Similarmente, si el industrial “gana” cientos de veces más en intereses que el salario del minero que trabaja en su mina, el industrial “sufre” cientos de veces más incomodidades viviendo en su palacio que el minero trabajando en la mina en condiciones peligrosas. La “desutilidad” de posponer el consumo mientras se vive en lujuria es obviamente 100 veces más grande que la “desutilidad” de trabajar para comer y por lo tanto debe de ser recompensada apropiadamente. Por supuesto, la diferencia es que los defensores del capitalismo sienten que los capitalistas se merecen compensación por sus “restricciones” en anticipación de las ganancias futuras, mientas al mismo tiempo negándose a reconocer la ambigüedad de esta afirmación.

Después de todo, como Joan Robinson dice: esperar sólo quiere decir ser dueño de la riqueza”. (Contribuciones a la Economía Moderna, p. 11) El interés no es la recompensa por “esperar”, más bien, es una de las recompensas por ser rico.

No es de extrañar, entonces, que la teoría neoclásica halla introducido el termino esperar como una “explicación” por los retornos al capital (como en el interés). Antes de este cambio en la jerga económica se usaba la noción de “abstinencia” (un término inventado por Nassau Senior) para dar cuenta (y por lo tanto justificar) el interés. Así como la “teoría” de Senior fue tomada para defender los retornos al capital, también lo fue el término “espera” después de ser introducida en 1887. Es interesante como, aún describiendo la misma cosa, “esperar” se convirtió en el término preferido simplemente porque tenía menos apología pegada al mismo. De acuerdo con Marshall, el término “abstinencia” podía “ser malentendido” porque simplemente había demasiados ricos que recibían intereses y dividendos sin que nunca se tuvieran que abstenerse de nada (como explica: “los grandes acumuladores de riqueza son personas muy ricas, algunas [!] de las cuales viven en la lujuria" [Op. Cit., p. 232]). Así que optó por el término “espera” porque tenía “ventajas” en su uso, particularmente, porque los socialistas habían ya señalado el hecho obvio de que los capitalistas no se “abstenían” de nada (ver Marshall, Op. Cit., p. 233). La lección es obvia, en la corriente principal de economía, si la realidad entra en conflicto con la teoría, no reconsideres la teoría, ¡cámbiala de nombre!

Ciertamente, como Joan Robinson apunta, las teorías pro-capitalistas de la abstención son erróneas,

“ya que el ahorro se produce principalmente de los beneficios, y los salarios reales tienden a ser menores cuanto más grande es el beneficio, la abstención asociada al beneficio es mayoritariamente llevada a cabo por los trabajadores, que no reciben ninguna parte de la 'recompensa'”

La Acumulación del Capital p. 393

Decir que aquellos que tienen capital pueden reclamar una porción del producto social por abstenerse o por esperar no nos da ninguna explicación de qué es lo que hace que la producción dé beneficios, y por lo tanto hasta qué punto se pueden pagar intereses y dividendos. Basarse en la teoría de la “espera” para explicar porqué existen los retornos del capital representa nada más que una reticencia de los economistas a enfrentarse a las fuentes de la creación de valor en una economía o a analizar las relaciones sociales entre trabajadores y gerentes en la fábrica. Hacerlo sería poner en cuestión toda la naturaleza del capitalismo y sus reclamaciones de estar basado en la libertad.